la mórbida relación entre el arte y el poder
Hay
novelas involuntariamente hermanadas. El expediente Anna Ajmátova del mexicano
Alberto Ruy Sánchez y El ruido del tiempo del británico Julian Barnes pueden
leerse como obras paralelas y complementarias, aunque ignoro si sus respectivos
autores se hayan leído mutuamente. Ambas hablan de la mórbida relación entre el
arte y el poder o más concretamente de la forma en que Stalin se obsesionó con
dos artistas y les jodió la vida. Tanto la poeta Anna Ajmátova como el músico Dmitri Shostakóvich vivieron bajo la amenazadora
sombra omnipresente del dictador georgiano que para su desgracia les prestó
demasiada atención y convirtió sus vidas en un infierno. Vaya, Stalin tenía muy
presentes a Anna y a Dmitri, evidentemente los admiraba en secreto y esa fue su
condena. ¿Cómo habrían sido las vidas Ajmátova y Shostakóvich de no haber
crecido bajo el acecho constante de un sádico tirano? ¿Habrían podido crear la
misma obra en otro país o en otra época? ¿O es acaso la represión y la
adversidad la que hace germinar la creatividad artística como último reducto de
libertad?