Eterno Retorno

Sunday, September 25, 2022

La cofradía del machete


 

Desde hace algunas semanas irrumpió en los semáforos tijuanenses la hermandad del machete. Iker y yo descubrimos al primero de ellos a finales del mes pasado en el crucero de Sánchez  Taboada  y Antonio Caso. El performance consiste en arrojar cuatro machetes y hacerlos girar en el aire. Nada sencillo el numerito. Los espectáculos urbanos son cada vez más complejos. Pocos días después vimos a un  par de macheteros en diferentes esquinas de  la calle Segunda y luego uno más en la glorieta de las Tijeras. Pienso que se trata de una cofradía, porque  en los cuatro distintos puntos en que los hemos visto los machetes son idénticos. Son fáciles de reconocer porque todos tienen el mango naranja. También el performance es el mismo, aunque hay unos ejecutantes  más hábiles que otros. Me puse a pensar entonces en cómo será la historia de sus vidas. ¿De dónde vienen? ¿Cómo llegaron? ¿De qué manera eligen o se reparten los semáforos? ¿Se reúne la cofradía del machete al caer la noche? ¿Comparten vivienda o refugio? La calle y sus leyes, aparentemente caóticas,  pero acaso más organizadas que esa gran simulación llamada economía formal. Qué circo es esta ciudad, diría la Maldita Vecindad ¿Cuántas  vidas transcurren bajo un semáforo? El pavimento hierve, el pavimento  palpita. Salir a la calle implica mirar una batalla a brazo partido por obtener un par de monedas. Un día sus miradas cruzarán por menos de dos segundos. Le darás una moneda y escucharás el “que Dios lo bendiga” y un día, simplemente, desaparecerán como si tal cosa. Dejarás de verlos y alguien más ocupará su sitio y en algún lugar las machetes seguirán girando, la calle seguirá ardiendo y la vida seguirá fingiendo tener algún sentido e ir con prisa hacia alguna parte.