La muerte irrumpió de puntitas y sin aspavientos
Por eso se
indignaron tanto cuando un día, como si tal cosa, Irina les dijo que se
despidieran de Mamá Nacha, pues ya no llegaría viva al amanecer. No les dijo si
había visto algo en particular o si era simple corazonada. Ella misma no sabía
explicarlo. Por supuesto hubo reclamos:
“tú qué vas a saber chamaca pendeja, estás echando la sal, decir eso de mal
agüero”, pero al final Irina fue la única que se quedó a pasar la noche con la abuela para verla
morir poquito antes de las cuatro de la mañana. La muerte irrumpió de puntitas
y sin aspavientos. Irina ni se molestó en
despertar a nadie. Le cerró los ojos, le cambió la ropa guacareada por el
vestido de flores que usaba para ir a misa y cuando sus papás y sus hermanos
bajaron a desayunar, simplemente les dijo que llamaran a quien tuvieran que
llamar para el funeral y el entierro.