Eterno Retorno

Thursday, April 16, 2020

Si ayer el whiskocho malevo fue en memoria del gran Fonseca, hoy toca un mezcalito a la salud de Luis Sepúlveda. Pinche Corona virulenta nomás no perdona. Llegué a este chileno por recomendación de su amigo Rafael Ramírez Heredia. Estirpe pura de ixquierda, anti pinochet de cepa y guerrero verde greenpeacero de vieja guardia (antes de que se pusiera de moda ser ecologista) Luis es de la raza brava estilo Jefe Taibo. Fue siempre un narrador muy cumplidor que como lector jamás te dejaba abajo. Como flashback recuerdo que Un viejo que leía novelas de amor me la chuté casi entera haciendo sala de espera durante una cita con el ginecólogo cuando Iker iba a nacer. En cualquier caso, si tuviera que elegir, yo mejor me quedo con sus crónicas viajeras de Patagonia Exprés y La lámpara de Aladino. Nadie narró con tal pasión el gran sur chileno. Tristemente le tocó pasar a la historia como uno de los primerísimos casos de Covid oficialmente diagnosticados en España. Ojalá liberen sus cenizas en el helado mar de Chiloe o en los fiordos mapuches. Sepulveda no es para quedarse encerrado en un ataúd.