Hay ejemplares de colección Panorama que compraba en Soriana por 659 viejos pesos (y ahora reparo que en Gigante valían lo mismo) impresos en 1983. Los cimientos de mis humildes conocimientos sobre historia de México parten de ahí.
Hay cyborgs rebeldes embadurnados de inteligencia artificial capaces de desafiar la autoridad de sus creadores; hay un mundo futuro o presente donde la mayoría de los seres humanos nos volvemos prescindibles (¿acaso algún día fuimos necesarios?); hay un editor chilango que parió un libro de oportunidad sobre las fake news; un volumen de cuentos de Liliana Heker y algunos engendros de Páginas de Espuma que prometen hacerle al cuento con gracia y malicia. Hay un gurú, versión deslactosada y sin peyote de Carlos Castaneda; un vaquero rudo y anti ñoño adorado por los bad hombres del ñoñoir (Jim Thompson se llama); hay un cómic de Borges y unos carísimos desvaríos oníricos de Catarescu en Impedimenta; un anagramoso con delirios autoficcionales que le entra a la matazón de apaches como el Hilario pero sin la gracia del Hilario; hay perdurables pasajeros compilados por Thays en plan déjame que te cuente limeña antes de que Lima nos comiera el mandado cevichero y un Finnegans Wake que promete malabar y lenguaraz divertimento. Hay un lego fungiendo como portaplumas y una antiquísima versión infantil de las Lusiadas de Camoes donde Vasco da Gama parece hablarse de tú con los dioses griegos y en donde el Vicariato Capitular de la Diócesis de Barcelona (Nihil Obstat El Censor Franc. de P. Rivas y Servet) dijo imprímase en Barcelona el 21 de octubre de 1914. Un librito de 104 años pepenado como si tal cosa en el Pasaje Rodríguez a cien morlacos. Hay, hay, ay,ayyyyyyy…un desparramadero encabronado redublinado aferrado al naufragio y al no hacer y chorromil cuentos alguna vez empezados con pasaje abierto a los balnearios del limbo donde vacaciona una horda zombi de embriones nonatos.
Tuesday, January 15, 2019
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