Cosas que desparramo en estos tiempos
Me llamo Søren Dalsgaard y soy proveedor de amortalidad. No de inmortalidad o vida eterna; tampoco de edenes o nirvanas: lo mío es sólo una densa e incierta prolongación de la vida. Algunos aduladores me han llamado el asesino de la Muerte, el vencedor de la Parca. ¡Vaya grandilocuencia! Ante los ojos de quienes se han ocupado de mí, soy el vampírico Gilgamesh del mundo futuro, un Dorian Gray encarnado. Me da igual: yo mismo no sabría cómo definir este lastre.
Acaso al final mi única herencia sea una modesta y aburrida autobiografía, carente de suspenso y autoelogio, en donde narre los pormenores de este desafortunado accidente. En mi camino de vida no hubo un tentador Mefistófeles o una fuente de la eterna juventud; tan solo un tiburón dormido y un esquimal borracho. Con eso me ha bastado para sumar más de tres siglos de vida terrena.