En esta época voraz donde el jinete apocalíptico llamado recesión muerde fuerte en todo el mundo, cada país y cada ciudad deben sin duda poder contar la historia de una librería que ha cerrado sus puertas o muerde el polvo ordeñando míseras gotas en las ubres de sus vacas flacas. Claro, podríamos apostar por el gran catálogo universal del horror bibliófilo y presentar una interminable galería de cadáveres inmolados y desollados en los altares de sacrificios de la modernidad, pero acaso baste con narrar la breve historia del camino cuesta arriba que han debido recorrer los libros y los lectores en una región que no es precisamente célebre y famosa por sus librerías.
Thursday, February 07, 2013
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