Extraño es este mundo nuestro. Hay quienes acampan en plazas porque están indignados contra la economía capitalista y hay quienes acampan afuera de los centros comerciales dispuestos a hacer cualquier sacrificio con tal de ser los primeros en aprovechar una oferta en el Black Friday. Como era de esperar, el Buen Fin Mexicano no pudo competir con el Blackfriday estadounidense. Con todo y crisis a cuestas, con las deudas mordiendo fuerte y las tarjetas de crédito hasta el tope, las tiendas sandieguinas volvieron a estar abarrotadas de clientes desesperados que se arrebataban esa televisión tan deseada o ese juguetito tecnológico de última generación. La imagen es una metáfora de nuestros tiempos, una liturgia del consumo llevado hasta el barroquismo. Hasta rociar con gas pimienta a quien quiera arrebatarte tus compras.