Mañana, Sábado de Gloria, estaremos celebrando en más de un centenar de países el Día Internacional del Libro un festejo cuyo objetivo es fomentar el hábito de la lectura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. La raíz de este festejo, se dice, se remonta a tiempos medievales cuando en el Día de San Jorge los caballeros regalaban rosas a sus damas y ellas a cambio les regalaban libros. Además, el 23 de abril es un día con profundo significado en la historia de la literatura pues Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega murieron en esa fecha en 1616, aunque en el caso del autor de Macbeth no sea exactamente el mismo día, por el adelanto del calendario juliano vigente en la Gran Bretaña de aquella época. Aquí en Tijuana el día será conmemorado en la línea internacional con el arranque del programa Lectura en Espera o Lectura en la Línea impulsado por el Instituto de Cultura de Baja California en coordinación con el Programa Nacional Salas de Lectura de Conaculta. Para el préstamo de las obras literarias se contará con cinco “Librobicis” que estarán recorriendo las filas durante el día. Una estrategia creativa e innovadora, que sin duda va mucho más allá de las vacías palabras de muchos políticos que dicen promover la lectura sin predicar jamás con el ejemplo, lo que se pone en evidencia en la habitual pobreza de su vocabulario y sus discursos. Pero claro para que esta semilla germine y se convierta en una tradición del cruce internacional, hará falta mucha constancia y dedicación, que no quede en relumbrón de una primavera, pues en un país poco habituado a la lectura es difícil creer que de la noche a la mañana se enamoren de los libros los miles de personas que cruzan cada día a Estados Unidos. La clave está en descubrir el placer de leer en la calle y transformar al libro en el mejor conjuro contra las horas muertas en filas y salas de espera. Los libros no son para refundirlos en lo más profundo de las bibliotecas, sino para hacerlos nuestros compañeros de viaje en el camino de la vida. Haga usted la prueba: Salga mañana con un libro a la calle y empezará a encontrar una dosis de magia en su andar cotidiano.
Friday, April 22, 2011
Mañana, Sábado de Gloria, estaremos celebrando en más de un centenar de países el Día Internacional del Libro un festejo cuyo objetivo es fomentar el hábito de la lectura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. La raíz de este festejo, se dice, se remonta a tiempos medievales cuando en el Día de San Jorge los caballeros regalaban rosas a sus damas y ellas a cambio les regalaban libros. Además, el 23 de abril es un día con profundo significado en la historia de la literatura pues Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega murieron en esa fecha en 1616, aunque en el caso del autor de Macbeth no sea exactamente el mismo día, por el adelanto del calendario juliano vigente en la Gran Bretaña de aquella época. Aquí en Tijuana el día será conmemorado en la línea internacional con el arranque del programa Lectura en Espera o Lectura en la Línea impulsado por el Instituto de Cultura de Baja California en coordinación con el Programa Nacional Salas de Lectura de Conaculta. Para el préstamo de las obras literarias se contará con cinco “Librobicis” que estarán recorriendo las filas durante el día. Una estrategia creativa e innovadora, que sin duda va mucho más allá de las vacías palabras de muchos políticos que dicen promover la lectura sin predicar jamás con el ejemplo, lo que se pone en evidencia en la habitual pobreza de su vocabulario y sus discursos. Pero claro para que esta semilla germine y se convierta en una tradición del cruce internacional, hará falta mucha constancia y dedicación, que no quede en relumbrón de una primavera, pues en un país poco habituado a la lectura es difícil creer que de la noche a la mañana se enamoren de los libros los miles de personas que cruzan cada día a Estados Unidos. La clave está en descubrir el placer de leer en la calle y transformar al libro en el mejor conjuro contra las horas muertas en filas y salas de espera. Los libros no son para refundirlos en lo más profundo de las bibliotecas, sino para hacerlos nuestros compañeros de viaje en el camino de la vida. Haga usted la prueba: Salga mañana con un libro a la calle y empezará a encontrar una dosis de magia en su andar cotidiano.
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