Eterno Retorno

Tuesday, December 29, 2009


El Invierno me ha dado en cara. Antes, el Invierno tenía su lado místico con ese toquecito romántico de ver llover sin mojarse. Caminar en medio de la noche sintiendo la helada caricia de mar podía resultar inspirador. Hoy, con un bebé en casa, todo ha cambiado y ya cuento con ansia los días para que llegue la Primavera. Iker ha sido un niño invernal que ha pasado sus primeros 21 días de vida entre cobijas y edredones. Estoy harto de los calentadores, de la humedad, de las ventanas empañadas y de tener noche cerrada a las 17:30. Hoy más que nunca agradecería un poco de Sol.


Iker ha transformado la percepción del tiempo. Aún no se si estos 21 días han sido un suspiro o una eternidad. Miro su carita y caigo en la cuenta de lo mucho que ha cambiado. Ya no reconozco al pequeñito que vi salir del vientre en el quirófano. 24 horas en su vida significan demasiado tiempo. Iker cambia cada día. Dado que ocupa el centro de nuestros pensamientos, hay demasiadas cosas que han pasado a un lejano tercer plano. De pronto me parece que he estado fuera del mundo por algún tiempo. Algunos factores que integran eso que podría llamar mi vida diaria han quedado en el olvido lo que irremediablemente se refleja en este espacio. Incluso en el trabajo funciono con una suerte de piloto automático. Estoy, pero no estoy. Sin decir agua y sin tocar la puerta llegó la Navidad y ahora, como si tal cosa, se acaba el año. Muchísimo me hablaron de la falta de sueño, de las noches en blanco, del cansancio crónico, pero a todo se acostumbra el cuerpo y el alma humana. Físicamente me siento bien. No son sueños reparadores, pero basta un buen café para echar a andar la maquinaria. Los bebés no son muñequitos con instructivo a cuestas. Cada persona me dice sus teorías, me cuenta sus experiencias y me da tal o cual consejo. Haz esto, no hagas lo otro. Cada uno posee sus leyes universales en el complicado arte de cuidar a un recién nacido. Agradezco todos los tips y las experiencias compartidas. Algunas han sido de utilidad, sin embargo, me queda claro que cada bebé es un universo aparte y es tarea de los padres irlo descubriendo.

La energía de una madre es propia de record olímpico. La fuerza de Carolina no deja de sorprenderme. Sólo hasta ahora reparo en que tener un bebé cambiado, recién comido, con burbuja echada y profundamente dormido a las 3:00 de la mañana, es todo un trabajo de ingeniería. Vaya, una obra de arte para acabar pronto.


Iker es un bebé de la era del facebook. Sus abuelos se han encargado de subir y etiquetarme decenas o acaso cientos de fotos desde el día de su nacimiento hasta esta su tercera semana, cosa que agradezco, pues de esta forma amigos y familiares que están lejos pueden ver a nuestro hijo. Confieso que yo todavía no subo la primera foto. La verdad soy terriblemente apático para eso de las redes sociales y a menudo olvido que tengo un facebook. Soy algo más que un desastre para las relaciones sociales. El facebook refleja mi catastrófico sistema de amistades. Jamás me verás mandando saludos, mensajes en cadena, cariñitos, pensamientos, respondiendo a trivias o haciéndome fan de cosas. Nomás no se me da. Que me escupan en la cara si a alguien alguna vez en la vida le he mandado una cadenita o un chistecito por mail. Lo que tengo que expresar lo vomito únicamente en este blog y lo demás me sale sobrando. El facebook lo uso como álbum de fotos y paren de contar. No interactúo por ese medio. Aclaro lo anterior porque tarde he descubierto que algunas personas apreciadas por mí se comunicaron conmigo por esa vía, pero la realidad es que jamás en la vida reviso la bandeja del facebook. De hecho jamás abro los mails de cadena o aquellos que van enviados con copia a muchos contactos. Tal vez mi propósito del 2010 sea tratar de ser, en la medida de lo posible, un poquito amigable. De cualquier manera, yo agradezco sinceramente y con toda mi brutal honestidad a aquellos que han estado cerca de mí y han enviado sus buenos deseos para Iker y Carolina. Eso es algo que aprecio inmensamente.


Se acabó el 2009. En estas fechas se acostumbran los recuentos, los top 10, las listas de propósitos. Yo no tengo cabeza para ello. El 2009 fue simplemente un año radicalmente distinto a todos los demás. Digamos que del 2000 al 2008 los años marcharon más o menos uniformados y cortados por la misma tijera. Sí, viajábamos a sitios distintos y en 2003 nos mudamos de casa, pero el 2009 ha sido el auténtico antes y después. La frontera entre el A.I. y el D.I El antes de Iker y después de Iker. Todo lo demás, está de más. Las noches caen y el tiempo corre. Podría decir que en 2009 pasaron cosas que jamás imaginé, pero cualquier hecho queda eclipsado por la paternidad. Podría decir que en 2009 el periodismo dejó de ser por primera vez en 12 años mi modus vivendi de tiempo completo. Lo sigo ejerciendo de forma satelital, pero hace once meses dejó de ser mi actividad primaria. Recuerdo que en 2009 conocí el continente asiático y que fue en la carretera entre Kunshan y Nanjig cuando me enteré que Iker vendría con nosotros.


Hay vicios y pasiones que me han acompañado siempre. Otras simplemente quedan atrás y se extinguen silenciosas. Durante años compré uno o dos discos cada fin de semana y la llegada del viernes significaba un ejemplar más para mi colección. Estas eran fechas en las que solía atiborrarme de música nueva, pero desde un tiempo para acá he olvidado el asunto. Desde hace unos tres años, la única forma en que escucho música es vía iPod y los pocos discos que han caído en mis manos, casi todos memorables, me los han regalado para reseñas. Y no, no es que haya dejado de escuchar música, algo que hago varias horas al día. Lo que ha cambiado es la forma en que lo hago. Sí, la era digital ha matado demasiadas cosas y debo admitir que tengo discos que desde hace años yacen en sus cajas, pues la única forma en que los escucho es vía iPod. Terrible confesión. Slayer y Megadeth han sacado nuevos discos este año. Anteriormente hubiera comprado sus álbumes el mismo día de su lanzamiento al mercado. Ahora los he escuchado completitos en YouTube y no tengo ninguna prisa por adquirirlos.

Pasiones que quedan atrás. Acaso la paternidad y la edad adulta acaben por volverme una especie de abstemio. Un buen vino, una buena cerveza o un vaso de Jack Daniels fueron por años compañeros habituales de fin de semana, pero también eso está pasando a la historia. El 2009 ha sido el año en que menos he bebido en mi vida. ¿Por qué? Porque simplemente ya no me cae. Uno bebe por placer y cada vez le encuentro menos placer al asunto. No esperes de mí una mierda de redención cristiana o una historia plañidera de rehabilitación en donde me rasgue las vestiduras hablando de mi fuerza de voluntad y la luz de un dios que me ayudó a superar el alcoholismo. Nada de eso. Estoy dejando de beber porque simplemente empieza a aburrirme, a caerme pesado, a dolerme la cabeza. La cuestión es que los tragos simplemente dejaron de caerme bien al organismo. La cabeza y el estómago pasan de inmediato una rapidísima factura que no estoy dispuesto a pagar. No creo que algún día llegue a ser un abstemio total que ande por el mundo sermoneando y presumiendo a gritos ser libre del alcohol. Eso me parece el colmo de lo patético. Sin embargo, creo que los días de la parte dionisíaca de mi ser van quedando poco a poco atrás. Quiera o no, lo apolíneo gana terreno lentamente.