Eterno Retorno

Monday, February 23, 2009

Mi nuevo escritorio es un lugar donde fluyen la luz y el aire, lo cual sin duda influye positivamente en mi estado de ánimo. Desde mi ventana, por donde entran buenas ráfagas de aire fresco, observo el Puente Independencia. A mi izquierda, en un extremo, el cubo y la bola del Cecut. A mi derecha, en el otro extremo y mucho más cerca, el monumento a Miguel Hidalgo. A mi izquierda, en la lejanía, los cerros donde están las colonias Juárez, Altamira, Independencia. Y a mi derecha… más cerros, la colonia Libertad y una colina pelona repleta de veredas y faros en donde se supone comienza el primer mundo y manda Obama. Desde aquí observo los carros de la Border Patrol y de vez en cuando el revolotear de su helicóptero.

A diferencia de las ciudades de origen virreinal, Tijuana carece de un centro trazado en torno a una catedral, una plaza de armas y un palacio. Despacho en el edificio sede del Gobierno Municipal, mismo que no se encuentra ubicado en lo que llaman primer cuadro de la ciudad. Lo que se supone es nuestro centro, es en realidad el Noroeste del Municipio. Lo que desde mi ventana veo es una de las más pintorescas postales de Tijuana, uno de esos puntos donde arde la ciudad y la vida fluye.

El lugar donde uno trabaja debe ser un pequeño santuario capaz de irradiar una carga de energía. Nunca lo había meditado, pero en todos mis trabajos anteriores el escritorio estaba lejos de las ventanas, a varios metros. Trabajé diez años en un escritorio que atiborré de papeles, libros, fotos y flyers, en donde la ventana no me quedaba a mano y en cualquier caso, lo que observaba era un estacionamiento y la furia eterna de la Vía Rápida. Definitivamente, me gusta más lo que ahora contemplo.


Sin caer en el atiborre y el caos que caracterizó a mi antiguo lugar de trabajo, poco a poco voy dándole a un escritorio un sello personal. Una planta de agua que me regaló la señora Maria Elena pone la necesaria dosis de verde vida. Cuatro cuadros con fotografías de buenos momentos alrededor del mundo, una bandera de los Tigres y una vela completan el mobiliario.



Coward y Bellatin


Ya se han desparramado demasiados litros de tinta y saliva por el caso de los 150 perros de Coward, así que no amontonaré una opinión más en torno a al asunto.

Lo único que me resta por decir, es que cuando el tema brincó a las portadas de los medios tijuanenses, irremediablemente evoqué algunas novelas de Mario Bellatin.

La conexión con “Perros héroes” (una de las más desafortunadas novelas de Bellatin) es obvia e inevitable. Sin embargo, por la atmósfera creada en torno al caso y la cascada de rumores desatados, vinieron a mi memoria “Salón de belleza” y “Poeta ciego” (dos de las mejores novelas de Bellatin y de toda la narrativa mexicana contemporánea)

Vaya, Coward y sus discípulas chocolateras me parecieron personajes profundamente bellatinescos. Tan sólo les faltó cargar consigo una deformidad física para responder 100% al perpetuo canon Bellatin. El personaje principal de la novela bien podría ser llamado “El Dramaturgo” y la casa El Mirador, obvia decirlo, sería el escenario principal.

A finales de los 90, la narrativa de Bellatin influyó profundamente en mi estado de ánimo y no exagero si afirmo que por aquel entonces se transformó en uno de mis autores de cabecera.

Pienso que “Flores” (y ese re mix llamado “La libre muerta”) fueron sus dos últimas creaciones que movieron algo en mí. “Jacobo el mutante” “Perros héroes” “El gran vidrio” y todo lo demás, me resultaron chocantes a propósito, una absoluta decepción.

Tal vez los perros de Coward sean un buen pretexto para deleitarme releyendo (una vez más) los primeros libros de Bellatin.



Manolo

El cese de Manuel Lapuente como director técnico de Tigres es un acto profundamente injusto, la cereza en un pastel de negligencia y estupidez por parte de una directiva que nada entiende de futbol. Siempre he sido un enemigo de los ceses compulsivos de entrenadores y en el caso del hombre de la boina me parece demasiado obvio que no es la solución. Más que cesar al entrenador, yo hubiera echado a la calle a toda la directiva y a dos o tres jugadores que están pudriendo a mi equipo. Me duele lo que le pasa a Tigres.