Traigo la sangre liviana. Cierta levedad de espíritu me invade en esta nueva vida mía. Como diría Calamaro: “ya guardé el instinto asesino en un cajón”. El peso y la levedad, disertaría Kundera. Parece ser que lo pesado quedó en mi antigua redacción. Los días transcurren veloces, mi cabeza es libre de demonios, no me complico demasiado la vida y sin grandes esfuerzos puedo regalar algunas dosis de atípica buena vibra. Definitivamente, algo me pasa…
Monday, February 16, 2009
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