Hubo un tiempo en que fui….pero ese tiempo no lo es más.
Fue entonces cuando la historia se volvió idéntica a sí misma. Aferrado como estoy a la rama, no puedo precisar si han transcurrido un par de días o tres mil…la tolerancia puede convertirse en un hábito pernicioso.
Cualquier avance en la conquista de eso que llaman sabiduría, requiere (dice Hannif) una dosis de impudor.
Buscas dioses que te rediman, buscas bautizos, buscas realizarte, consagrarte. Buscas que el ascetismo te ilumine o esperas acaso que planchando tu tarjeta en las tiendas sandieguinas encuentres algo más o menos parecido al placer. Buscas y juras que te bastas a ti mismo, que tu mayor placer es la autosatisfacción intelectual. Déjate de chingaderas y admite de una buena vez por todas que el alivio sexual es el mayor grado de misticismo y el único alivio que la mayoría de la gente puede alcanzar.
El deseo me hace reír, porque nos convierte a todos en idiotas. Cuánta razón tienes Hannif.
Hay pocos instrumentos más exquisitos que una pluma deslizándose sobre un papel de calidad como un dedo sobre una piel joven.
Alguna Navidad, muchos diciembres después, recordarás la tarde del 24 de diciembre de 1987, cuando caminaste por Calzada San Pedro (llevabas una sudadera roja con cierto escudo dorado en el centro) cruzaste el Puente Miravalle y aferrabas a tus manos una navaja (era una navaja?) e inventaste un amor, porque a esa edad era necesario inventarse uno.
Algún día, muchos diciembres después (si es que en los territorios del Apocalipsis Now Total caben muchos diciembres) te acordarás de la tarde que pasaste en casa, la menos fría en muchas semanas, sin una nube en el cielo, con el monstruo magnético en las bocinas , el arbolito encendido, un te helado en el vaso y las casablancas a medio abrir. Algún día recordarás que esta fue una de las últimas tardes que pasaste con Morris.
El Infierno llega en entregas y lo vas pagando en cómodas mensualidades. El Infierno te es administrado primero en microdosis, una cosita de nada, apenas lo necesario para dejar de ver las puertas siempre abiertas de tu cárcel. La dosis aumenta gradualmente, cada vez más y hoy tu cuerpo está lleno de Infierno. I,m full of Hell.
Fue entonces cuando la historia se volvió idéntica a sí misma. Aferrado como estoy a la rama, no puedo precisar si han transcurrido un par de días o tres mil…la tolerancia puede convertirse en un hábito pernicioso.
Cualquier avance en la conquista de eso que llaman sabiduría, requiere (dice Hannif) una dosis de impudor.
Buscas dioses que te rediman, buscas bautizos, buscas realizarte, consagrarte. Buscas que el ascetismo te ilumine o esperas acaso que planchando tu tarjeta en las tiendas sandieguinas encuentres algo más o menos parecido al placer. Buscas y juras que te bastas a ti mismo, que tu mayor placer es la autosatisfacción intelectual. Déjate de chingaderas y admite de una buena vez por todas que el alivio sexual es el mayor grado de misticismo y el único alivio que la mayoría de la gente puede alcanzar.
El deseo me hace reír, porque nos convierte a todos en idiotas. Cuánta razón tienes Hannif.
Hay pocos instrumentos más exquisitos que una pluma deslizándose sobre un papel de calidad como un dedo sobre una piel joven.
Alguna Navidad, muchos diciembres después, recordarás la tarde del 24 de diciembre de 1987, cuando caminaste por Calzada San Pedro (llevabas una sudadera roja con cierto escudo dorado en el centro) cruzaste el Puente Miravalle y aferrabas a tus manos una navaja (era una navaja?) e inventaste un amor, porque a esa edad era necesario inventarse uno.
Algún día, muchos diciembres después (si es que en los territorios del Apocalipsis Now Total caben muchos diciembres) te acordarás de la tarde que pasaste en casa, la menos fría en muchas semanas, sin una nube en el cielo, con el monstruo magnético en las bocinas , el arbolito encendido, un te helado en el vaso y las casablancas a medio abrir. Algún día recordarás que esta fue una de las últimas tardes que pasaste con Morris.
El Infierno llega en entregas y lo vas pagando en cómodas mensualidades. El Infierno te es administrado primero en microdosis, una cosita de nada, apenas lo necesario para dejar de ver las puertas siempre abiertas de tu cárcel. La dosis aumenta gradualmente, cada vez más y hoy tu cuerpo está lleno de Infierno. I,m full of Hell.