Hace aproximadamente dos años, Carolina diseñó en su mente un ambicioso proyecto de remodelación de nuestro patio. Se trata de un canal rodeado de plantas que remata en una fuente metálica que arroja agua en forma de cascada. La enredadera cubriría la barda y el piso sería empedrado. Pues bien, el 21 de marzo iniciamos la Primavera encendiendo por vez primera nuestra fuente. El patio es ya una realidad. Faltan unas luces subacuáticas para iluminar la fuente desde abajo, pero se puede decir que hemos concluido. Habrá que cortar el listón inaugural descorchando suculentas botellitas y preparando un buen asado.
El Invierno ha sido tan feliz viviendo en Tijuana, que se niega a abandonarnos. Alguien le ha pasado un ya un papelito informándole que su tiempo ha concluido el 21 de marzo, pero Don Invierno, como un presidente que se niega a abandonar Los Pinos, dice que se queda en Tijuana un rato más, para organizar en grande su despedida con hartas lluvias y un frío cachondo que convoca cobijas.
Los candidatos se rompen la cabeza para sacar el spot más creativo y gastan millones de pesos para asegurar 30 segundos en horarios estelares. Por lo que a mí respecta, podrían ahorrarse todo ese dinero. Como votante mi decisión está tomada y no pienso cambiarla pase lo que pase. Mi voto es contra Roberto Madrazo. Me vale un carajo si es por Calderón o por López Obrador. Este par de tipos que en teoría representan la izquierda y la derecha me dan exactamente lo mismo. Pero da la casualidad que Madrazo no me da lo mismo. Mi apuesta es por su derrota. Creo que con eso ya ganamos todos o por lo menos no perdemos.
No puedo ser fiel a una lectura. Imposible no sucumbir al vicio de leer un par de libros a la vez. Luego de concluir con Tokio Blues de Murakami, mis ojos se alternan entre La esquina de los ojos rojos de mi maestros Rafael Ramírez Heredia, y El último nazi, biografía de Josef Mengele de Gerald Astor. No tiene nada que ver uno con el otro, pero hacen buena pareja.
El Invierno ha sido tan feliz viviendo en Tijuana, que se niega a abandonarnos. Alguien le ha pasado un ya un papelito informándole que su tiempo ha concluido el 21 de marzo, pero Don Invierno, como un presidente que se niega a abandonar Los Pinos, dice que se queda en Tijuana un rato más, para organizar en grande su despedida con hartas lluvias y un frío cachondo que convoca cobijas.
Los candidatos se rompen la cabeza para sacar el spot más creativo y gastan millones de pesos para asegurar 30 segundos en horarios estelares. Por lo que a mí respecta, podrían ahorrarse todo ese dinero. Como votante mi decisión está tomada y no pienso cambiarla pase lo que pase. Mi voto es contra Roberto Madrazo. Me vale un carajo si es por Calderón o por López Obrador. Este par de tipos que en teoría representan la izquierda y la derecha me dan exactamente lo mismo. Pero da la casualidad que Madrazo no me da lo mismo. Mi apuesta es por su derrota. Creo que con eso ya ganamos todos o por lo menos no perdemos.
No puedo ser fiel a una lectura. Imposible no sucumbir al vicio de leer un par de libros a la vez. Luego de concluir con Tokio Blues de Murakami, mis ojos se alternan entre La esquina de los ojos rojos de mi maestros Rafael Ramírez Heredia, y El último nazi, biografía de Josef Mengele de Gerald Astor. No tiene nada que ver uno con el otro, pero hacen buena pareja.