Eterno Retorno

Tuesday, October 18, 2005

Vicios incorregibles

Leer, beber, escuchar música. Combinación perfecta de tres placeres terrenales. Cuando se da el momento adecuado en el que libro, bebida y disco hacen equipo, uno en verdad se acerca al Nirvana.


Relecturas

¿Hay un placer mayor a la lectura? Sí, la relectura. De pronto, me dio por desempolvar algunos ejemplares y recalentarlos con mis ojos, como quien recalienta el pavo sobrante de la cena de Navidad y cae en la cuenta de que un día después es aún más delicioso, de la misma forma que el trago de vino que lleva varias horas en el decantador aguardando tus labios es un elixir de los dioses, a diferencia del licor recién descorchado, cuyo aroma aún no toma cuerpo. La relectura te permite redimensionar una obra, maximizarla a un 150%, embriagarte de ella. La segunda copa de un buen vino, siempre será más suculenta.


Y resulta que Sabato me llamó y de mi librero extraje uno de esos libros tatuaje, de esos que ya quedaron para siempre marcados en mi existencia. ¿Saben cuál es? Sí, es Sobre Héroes y Tumbas. Ese libro son palabras mayores. Podrás considerar a Sabato anticuado y rimbombante que abusa de las reflexiones filosóficas y las metáforas poéticas. Algunos teorrericos así lo piensan. Un novelista a la antigua, dicen. Acuérdense que para los teorreicos, lo que no huela a Roberto Bolaño o Mario Bellatin no merece la pena ser leído. Para mí Sabato es un novelista mayor. Digan lo que quieran. Héroes y Tumbas se cuece aparte. Hay libros que tienen una drástica influencia para mí en alguna etapa de mi vida y años después los releo y los encuentro inocentes, juveniles, apestando a espíritu adolescente diría el suicida de Seattle. Eso me pasó con Hesse por ejemplo. No con Sabato. Héroes y Tumbas quedó como un tatuaje desde los 21 años y 10 años después caigo en la cuenta de que la tinta de ese tatuaje sigue brillando en mi alma.


Otra de mis relecturas recientes ha sido Entre Hombres. No es una novela tatuaje como Héroes y Tumbas, pero sí la considero como uno de los mejores productos policíacos latinos que he leído en mi existencia.
Hay novelas que desde los primeros párrafos se presentan ante el lector tal cual son, sin tapujos o disfraces de ninguna especie, enseñando un color radicalmente definido. Cuando se tiene en las manos Entre hombres del argentino Germán Maggiori nadie caerá en estériles discusiones sobre géneros o estilos.Ya sea en papel o en fibra óptica, Entre hombres es una novela color negro azabache.
Entre hombres es el retrato más crudo de la sociedad menemista que he tenido en mis manos y una de las novelas policíacas más entretenidas que he leído en los últimos años. Cualquiera pensaría que estas 335 páginas de oscuridad, sangre y decadencia solo pueden salir de la mente de un reportero de nota roja o de un criminólogo. Cuesta trabajo creer que Maggiori es un dentista que se dedica a dar clases en la Facultad de Odontología.

Playa reloded

Me gusta la furtividad de nuestra playa. Me fascina esa tímida bohemia que esconde en su rostro. Lo mejor de nuestra playa es que ella no es plenamente consciente de su belleza. Por eso mismo no cabe en ella la petulancia o la mueca ensayada. Una pareja de delfines se dio gusto saltando a unos metros de la orilla. No es común verlos emerger de cuerpo entero a la superficie. Su espontáneo acto hubiera sido digno del Sea World. Ayer lo habrán repetido unas cuatro veces. A menudo en Tijuana olvidamos que los delfines nos contemplan mientras nos ahogamos en nuestro infierno cotidiano dando la espalda al mar. También me gusta ver parejas clandestinas y corazones solitarios. En verdad, quiero a nuestra playa.

La caída

Yo puedo prescindir del cine. Ojo, no es que lo aborrezca. Simplemente me aburre y sucede que si en el tiempo que me quede de vida, sean dos horas o 50 años yo no vuelvo a ver una película, simple y sencillamente no hay problema. Puedo vivir perfectamente sin el cine y la televisión.Si me quitan la literatura, el futbol o el rock por más de una semana, me daría un síndrome de abstinencia peor que el de un tecato enmalillado. Si me quitan el cine no hay problema. Puedo morir en paz. Sin embargo, debo confesar que siento mucha curiosidad por ver la película esta de los últimos días de Hitler. La caída creo que la tradujeron. Vaya, no es de vida o muerte, pero traigo ganas de verla. Sería mi primera vez en el cine en todo lo que va del 2005.


El Futuro

Alguien me preguntaba que por qué blogueo y me cuestionaban sobre el futuro de Eterno Retorno. Ya alguna vez lo escribí, pero hay convicciones simplemente inmutables.
No se si Eterno Retorno decida morir algún día. Por ahora es un vicio que está en su apogeo. Creo que bloguear me resulta fácil pues desde hace nueve años mi vida diaria está impuesta a la disciplina del periodismo escrito. Escribir, publicar y olvidar. Tengo disciplina de periodista, no de escritor. Por eso me resultan tan duros los proyectos de largo plazo y soy tan terriblemente inconstante con las novelas. Quiera o no, desde hace un buen rato mi existencia va asociada a las portadas de los periódicos, (el mío y los de la competencia). Mantener un blog es para mí una reacción casi natural. Y me hace mucho bien. Es el equilibrio necesario que permite que tantas dosis de periodismo, no derrumben mi cordura en pedazos.

Goya de mis insomnios reloded

Entre vigilias y duermevelas, el sueño de una razón amodorrada se dedica a parir monstruos. Es en esos momentos de la madrugada cuando me imagino a mi mismo como la más siniestra figura de Goya. Mi cabeza sobre la almohada circundada por demonios y pájaros nocturnos, negros heraldos prófugos del pincel maldito. El Universo entonces vuelve a ser infinitamente extraño, un todo edificado con los fragmentos de un alfabeto incomprensible. La cordura patinando despreocupada sobre una delgada capa de hielo a punto de romperse, bajo la cual aguardan los avernos.Lejos de la falsa paz, separada por un abismo de la cadena de significados, respuestas y verdades absolutas, la razón es una cáscara de nuez que yace a la deriva flotando en un océano en tormenta. Solo entonces puedo pedirle consejos a La Muerte, cuyo aliento puedo sentir diluirse sobre mi cuello.