Entrevista
Gracias a Septimo Sentido, me coloqué un rato del otro lado de la cancha. Paso mi vida haciendo preguntas, las más de las veces muy incómodas, pero en esta ocasión, a mí me sentaron en la silla del interrogatorio.
La autora del blog a quién agradezco realmente la paciencia para aguantar tanto alucinaje y desvarío de mi parte, ha tenido el gran detalle de ilustrar la entrevista con dos de los íconos de mi existencia. Asterix y los Tigres. Uff, con eso sí me pega en la parte más sensible del alma. Gracias.
Borknagar
Disco del fin de semana: Borknagar: Epic. Desde hace algunos años mantengo una lealtad extrema a esta banda de noruegos cada vez más introspectivos.
El término Black Metal Progresivo podría resultar en un principio un imposible, pero estos vikingos lo ejecutan con divina precisión. Si su anterior disco Empiricism ya era un salto hacía ritmos cada vez más atmosféricos, el Epic es un salto al Progre. Sin renunciar a la brutalidad de las voces, guitarras y teclados propios del Black, Borknagar nos regala partes muy melódicas, con voces limpias. Sin duda la banda de Black más técnica y perfeccionista que hay en la escena actual, sin que eso signifique llegar a los extremos casi comerciales de los también noruegos Dimmu Borgir (en donde por cierto las partes melódicas las canta Vortex, el ex vocalista de Borkanagar). Un disco oscuro, técnico y aunque usted no lo crea, muy melódico.
Gracias a Andrés me entero que Germán Dehesa se acordó de mí en su columna.
Salía yo de dar una conferencia en Tijuana. Un reportero se acercó a platicar conmigo y, al término de nuestra charla, me dijo: yo soy de Monterrey, le voy a los Tigres y si no ganan el sábado, me mato. Como ya sabrán, mi cuate se quedó sin razón para el suicidio, pues los Tigres hicieron chilorio atropellado con el Monterrey.
Sí, soy yo. La semana pasada fui a entrevistar a Germán en la suite presidencial del Grand Hotel donde era hospedado como todo un rockstar. Luego de platicar de Hank Rhon, de López Obrador, de Martita Sahagún y de más porquerías, le dije que ni se hiciera ilusiones de que sus pumitas fueran a repetir el título, pues este año nos toca a los Tigres. Germán, que es Puma de corazón, me dijo que los unamitas nos pegarían. Yo dije que en cualquier ecosistema normal, el mayor de los felinos, que es el Tigre de Bengala, se come a un gatito montés como es el puma, pero aclaré que en dado momento podía admitir una derrota contra los felinos de Hugo Sánchez, pero nunca contra la basura rayada (faltaban unos días para el clásico) me preguntó que qué haría si los rayaditos ganaban y le dije que preferiría no vivir para verlo. Con los seis golazos que le atascamos a esa basura estoy más vivo que nunca y creo que aún falta tiempo para que me arroje a las vías del tren Y ahora sigue el Necaxa este sábado. Prepárense hidrorayos que los vamos a aplastar.
La gente me pregunta el por qué de mi repulsión tan extrema hacia los rayados. No lo sé, honestamente es un sentimiento que vive dentro de mí, es más fuerte que yo y no lo puedo evitar.
A veces trato de ser objetivo, imparcial, pero mi pasión me traiciona. Hace unos años solía acompañar a mi gran amigo José Villasaez a los partidos en el estado del Tec. José Villasaez es un gran periodista y un excelente amigo, pero tiene un grave defecto: Algún accidente cromosomático que espero aún sea curable lo hizo tomar el camino futbolístico equivocado. Apoya a las rayas. Yo he hablado con él, lo he tratado de convertir al Evangelio Tigre, o decirle que sino mínimo apoye al Cruz Azul, o los Pumas o los Dorados de Sinaloa, pero no a las rayas, por favor. Pero no puedo. Él es rayado. La cuestión es que yo lo acompañaba al estadio tecnológico y decía, bueno, ahora sí voy a portarme bien y estaré callado. Pero cada que caía un gol contra los rayados yo lo festejaba como si fuera mío. Además, siempre que íbamos al estadio las rayas perdían (bueno, eso ocurre siempre en realidad) Una vez que el Cruz Azul les clavó unos golazos tuvimos que salir por patas del estadio pues la porra rayada se nos dejó ir a los chingasos para madrearme, pues yo les festejaba los goles en la cara como si fuera un fanático cementero (en realidad soy fanático por 90 minutos de cualquier equipo que vaya contra las rayas) A la chingada con esos aficionados que dicen que por ser de Monterrey hay que irle a los dos. Jamás, eso no existe. Esos son falsos aficionados. O estás con uno o con otro. Yo a las rayas siempre les deseo la derrota. Cuando perdieron la final del 93 3-0 con Atlante yo estaba en la cancha y brinqué de felicidad (aún conservo mi camiseta de Atlante Campeón que me regaló Roberto Andrade) En el hipotético e imposible caso de que las rayas jugaran una final de Libertadores yo le iría al equipo sudamericano. A la mierda con ellos. ¿A poco creen que los aficionados de River no celebraron como colombianos el triunfo de Once Caldas frente a Boca en la final de Libertadores? ¿Ustedes creen que un aficionado del Barcelona celebraría un título del Madrid en la Champions? Ni madre. Pues bien, yo soy de Monterrey y jamás celebraría ningún éxito de la basura rayada.
Gracias a Septimo Sentido, me coloqué un rato del otro lado de la cancha. Paso mi vida haciendo preguntas, las más de las veces muy incómodas, pero en esta ocasión, a mí me sentaron en la silla del interrogatorio.
La autora del blog a quién agradezco realmente la paciencia para aguantar tanto alucinaje y desvarío de mi parte, ha tenido el gran detalle de ilustrar la entrevista con dos de los íconos de mi existencia. Asterix y los Tigres. Uff, con eso sí me pega en la parte más sensible del alma. Gracias.
Borknagar
Disco del fin de semana: Borknagar: Epic. Desde hace algunos años mantengo una lealtad extrema a esta banda de noruegos cada vez más introspectivos.
El término Black Metal Progresivo podría resultar en un principio un imposible, pero estos vikingos lo ejecutan con divina precisión. Si su anterior disco Empiricism ya era un salto hacía ritmos cada vez más atmosféricos, el Epic es un salto al Progre. Sin renunciar a la brutalidad de las voces, guitarras y teclados propios del Black, Borknagar nos regala partes muy melódicas, con voces limpias. Sin duda la banda de Black más técnica y perfeccionista que hay en la escena actual, sin que eso signifique llegar a los extremos casi comerciales de los también noruegos Dimmu Borgir (en donde por cierto las partes melódicas las canta Vortex, el ex vocalista de Borkanagar). Un disco oscuro, técnico y aunque usted no lo crea, muy melódico.
Gracias a Andrés me entero que Germán Dehesa se acordó de mí en su columna.
Salía yo de dar una conferencia en Tijuana. Un reportero se acercó a platicar conmigo y, al término de nuestra charla, me dijo: yo soy de Monterrey, le voy a los Tigres y si no ganan el sábado, me mato. Como ya sabrán, mi cuate se quedó sin razón para el suicidio, pues los Tigres hicieron chilorio atropellado con el Monterrey.
Sí, soy yo. La semana pasada fui a entrevistar a Germán en la suite presidencial del Grand Hotel donde era hospedado como todo un rockstar. Luego de platicar de Hank Rhon, de López Obrador, de Martita Sahagún y de más porquerías, le dije que ni se hiciera ilusiones de que sus pumitas fueran a repetir el título, pues este año nos toca a los Tigres. Germán, que es Puma de corazón, me dijo que los unamitas nos pegarían. Yo dije que en cualquier ecosistema normal, el mayor de los felinos, que es el Tigre de Bengala, se come a un gatito montés como es el puma, pero aclaré que en dado momento podía admitir una derrota contra los felinos de Hugo Sánchez, pero nunca contra la basura rayada (faltaban unos días para el clásico) me preguntó que qué haría si los rayaditos ganaban y le dije que preferiría no vivir para verlo. Con los seis golazos que le atascamos a esa basura estoy más vivo que nunca y creo que aún falta tiempo para que me arroje a las vías del tren Y ahora sigue el Necaxa este sábado. Prepárense hidrorayos que los vamos a aplastar.
La gente me pregunta el por qué de mi repulsión tan extrema hacia los rayados. No lo sé, honestamente es un sentimiento que vive dentro de mí, es más fuerte que yo y no lo puedo evitar.
A veces trato de ser objetivo, imparcial, pero mi pasión me traiciona. Hace unos años solía acompañar a mi gran amigo José Villasaez a los partidos en el estado del Tec. José Villasaez es un gran periodista y un excelente amigo, pero tiene un grave defecto: Algún accidente cromosomático que espero aún sea curable lo hizo tomar el camino futbolístico equivocado. Apoya a las rayas. Yo he hablado con él, lo he tratado de convertir al Evangelio Tigre, o decirle que sino mínimo apoye al Cruz Azul, o los Pumas o los Dorados de Sinaloa, pero no a las rayas, por favor. Pero no puedo. Él es rayado. La cuestión es que yo lo acompañaba al estadio tecnológico y decía, bueno, ahora sí voy a portarme bien y estaré callado. Pero cada que caía un gol contra los rayados yo lo festejaba como si fuera mío. Además, siempre que íbamos al estadio las rayas perdían (bueno, eso ocurre siempre en realidad) Una vez que el Cruz Azul les clavó unos golazos tuvimos que salir por patas del estadio pues la porra rayada se nos dejó ir a los chingasos para madrearme, pues yo les festejaba los goles en la cara como si fuera un fanático cementero (en realidad soy fanático por 90 minutos de cualquier equipo que vaya contra las rayas) A la chingada con esos aficionados que dicen que por ser de Monterrey hay que irle a los dos. Jamás, eso no existe. Esos son falsos aficionados. O estás con uno o con otro. Yo a las rayas siempre les deseo la derrota. Cuando perdieron la final del 93 3-0 con Atlante yo estaba en la cancha y brinqué de felicidad (aún conservo mi camiseta de Atlante Campeón que me regaló Roberto Andrade) En el hipotético e imposible caso de que las rayas jugaran una final de Libertadores yo le iría al equipo sudamericano. A la mierda con ellos. ¿A poco creen que los aficionados de River no celebraron como colombianos el triunfo de Once Caldas frente a Boca en la final de Libertadores? ¿Ustedes creen que un aficionado del Barcelona celebraría un título del Madrid en la Champions? Ni madre. Pues bien, yo soy de Monterrey y jamás celebraría ningún éxito de la basura rayada.