Eterno Retorno

Wednesday, July 07, 2004

¿En qué se transformaron los 800 pesos que me hizo ganar Grecia?

Aquí va la lista:

La Segunda Guerra Mundial Día a Día. Tremendo libro de chingocientas y tantas páginas. Historia estrictamente cronológica del conflicto armado más devastador en la existencia de la Humanidad. Una relación de lo que sucedió día con día, desde el 1 de septiembre de 1939 al 9 de agosto de 1945. Digamos que estos libros tan estructurales carecen de calor y poesía, pero en contra parte ofrecen una visión muy puntual y bien estructurada, además de tener una más que apetecible dotación de fotos. Desde niño tengo una debilidad marcada por la historia de los conflictos bélicos.
Thanatos triunfó sobre Eros. Mi pasión bélica se impuso a las eróticas contemplaciones. Decidí comprar un libro sobre guerra, en lugar de un libro de cachondas fotografías lésbicas del mismo precio. ¿Algo anda mal conmigo?


Historia universal de la infamia. Jorge Luis Borges. Créalo usted o no, este pequeño librito no estaba en mi librero. ¿Me ha fallado alguna vez el buen Jorge Luis? Jamás. El Aleph, Ficciones y Otras inquisiciones ocuparán siempre un sitio de honor en lo más alto del altar donde habitan mis libros más amados.


Homero Aridjis. La Santa Muerte. Ni modo, soy débil ante Doña Blanca. Su imagen y la evocación de su nombre siempre resultarán seductoras En este caso se trata de seis cuentos ¿o serán novelas cortas? de este poeta y narrador michoacano. Hay una que trata sobre un anciano que se pasea por el distrito rojo de Amsterdam que promete estar interesante.


El libro de los amores ridículos de Milan Kundera. Este fue el primer libro de Kundera que leí en mi vida. Un maestro de literatura que tuve en la prepa, a quien llamábamos simplemente Tex (lo siento, pero he olvidado su nombre) me lo recomendó y desde entonces nació mi afición por el escritor de Brno, que fue mi autor de cabecera en una época de mi vida que va de los 17 a los 22 años. Por alguna extraña razón, los amores ridículos no estaban en mi librero y en honor a la verdad, hacían mucha falta. ¿He dicho que los amores ridículos no estaban en mi librero? Ja, como si hubiera amor más ridículo que el que siento por mis libros.

Rock in Río. Iron Maiden. Dentro de mi extensa colección de la Doncella de Hierro en la que no falta un solo album de estudio, aún no se incluía este macro concierto ofrecido en Brasil ante una multitud de decenas de miles de extasiados cariocas. Río es uno de los sitios favoritos de toda banda para grabar discos en vivo. El concierto tiene mayoría de canciones del Brave New World, pues corresponde a la gira del lanzamiento de ese album. De hecho yo tuve el privilegio de acudir a un concierto de esa gira el 12 de septiembre de 2000 (sí, exactamente 363 días antes de que unos pinches aviones cambiaran el rumbo del mundo) en el Sports Arena de San Diego donde Maiden celebraba el regreso de Bruce Dickinson. Rob Halford y Queensryche los antecedieron en el escenario. De hecho el orden de las canciones del Rock en Río es exactamente el mismo que tocaron en San Diego. Sin embargo y pese a que Maiden ha sacado al menos cuatro discos oficiales en vivo, será difícil que alguno supere la leyenda del Live After Death. Si mal no recuerdo, el Live After Death fue el primer disco en vivo que tuve en mi vida. Lo compré un día de primavera de 1989 en Denver Colorado. Lo escuché una y otra vez sin cansarme jamás. Me sabía de memoria los diálogos, los coros del público y cada vez que lo escuchaba, era como si estuviera yo en ese concierto ¿Digo escuchaba? Cada vez que lo escucho, el Live After Death es el Zeus de mis discos en vivo y mira que soy fan de las grabaciones en concierto. Nunca me he considerado un groupie, pero en 1998, cuando entrevisté a Steve Harris y a Dave Murray horas antes del concierto de Iron Maiden en Monterrey, no pude evitar pedirles que me firmaran ese histórico disco. Es la única vez que he pedido un autógrafo en mi vida. En fin, los años pasan y yo sigo pensando que Iron Maiden es la mejor banda del Universo. Para mí, Maiden en es en la música lo que Borges en literatura (aunque sospecho que Jorge Luis ha de haber odiado el metal)


Stratovaruis. Elements Part 1. Stratovarius se confirma sin duda como la más virtuosa banda de Finlandia y acaso de todo Escandinavia, compartiendo un sitio de honor con HamerFall. Una sólida carrera y discos cada vez más técnicos y elaborados confirman a Stratovarius como los más dignos herederos de la tradición de los míticos Rainbow. Sin perder la esencia de un power metal de corte típicamente europeo, Staratovarius se acerca cada vez más a la vibra del rock progresivo. Elements es un disco en el que se derrochan virtudes y tiene rolas absolutamente progre, de nueve y doce minutos de duración.


No se si los discos y los libros han cambiado mi vida, pero al menos sí han hecho mucho más placenteros sus instantes.

Lo demás es tarjeta de celular y gasolina. Como odio gastar dinero en eso.


El gran faltante: Pisando los talones de Henning Mankell. Pero ahí voy tras él, como un detective tras la pista.



Rush Rip. Ni modo, derramaré una lágrima y gritaré de impotencia. Esta noche, mientras yo esté cubriendo un soporífero debate (perdón por el pleonasmo) de candidatos a la alcaldía en la UABC, miles de personas congregadas en el Coors de Chula Vista estarán coreando The Spirit of the Radio. Sí señores, esta noche se presenta Rush en Chula vista y yo, y yo...yo....NO ESTARE AHI. Putísima madre. Rush en vivo es una experiencia Supraorgásmica. Lo digo por experiencia. Pero mi existencia es trágica señores, condenada por los infaustos oráculos que marcan el destino de los héroes de las tragedias de Sófocles. Mientras Neil Peart le demuestra al mundo que Dios existe, pues sólo una deidad puede tocar así la batería, yo estaré escuchando a Hank y a Ramos, quienes me demostrarán, una vez más, que yo soy mucho mejor para debatir y hablar en público que cualquier político bajacaliforniano.