Pasos de Gutenberg
Por Daniel Salinas Basave
Hay libros que desde las primeras páginas le enseñan a uno cuan impregnados están por el aroma de mujer.
Vaya, si alguien me diera a leer La hora sin diosas y me pidiera que adivinara quién es el autor, lo único que podría afirmar sin el menor temor a equivocarme, es que se trata de una dama. Imposible que un hombre escribiera ese libro.
Si bien la novela tiene esa inconfundible esencia femenina, sería injusto equiparar a su autora Beatriz Rivas con la insufrible melcocha disfrazada de realismo mágico que impregna a las ?cuatro fantásticas? de la literatura doñil: Isabel Allende, Marcela Serrano, Laura Esquivel y Ángeles Mastretta.
Por fortuna Rivas superó los clichés machacados hasta el hartazgo por las grandes doñas de la literatura light, pero sería un elogio injustificado y de talla muy grande afirmar que escribió un libro inolvidable.
La autora mexicana, con un considerable kilometraje recorrido dentro de los medios de comunicación y currículum de asesora de un personaje complicado como Jorge Castañeda, se tomó el tiempo, o al menos eso parece, de indagar en torno a las vidas de tres mujeres que fueron creadoras pero sobre todo, musas de creadores.
Lou Andreas Salomé, el amor imposible de Nietzsche, la politóloga Hanna Arendt y Alma Mahler, inspiradora de una obra musical sin precedentes, conforman el trío de musas.
No es ni creo que pretenda en absoluto ser una novela, histórica, si bien la autora recrea los específicos momentos en que se crearon obras poéticas, musicales y filosóficas que marcaron los siglos XIX y XX.
Un personaje ficticio, el franco-mexicano Daniel Ponty, es quién funge como narrador y nos acerca a las vidas de estas tres mujeres, a las que conoció en tres momentos distintos de su vida.
Ellas a su vez, nos acercan a figuras de la talla de Rilke, Heidegger, Mahler y Nietzsche y como la misma autora advirtió en su reciente presentación en la Feria del Libro Tijuana, para un mayor disfrute del libro vale la pena que el lector esté impregnado, aunque sea un poquito, de la poesía, música y filosofía de estos personajes.
Aún así, más allá de poemas, sinfonías y tratados filosóficos, la vena del libro está en la pasión de las mujeres que los inspiraron.
Por Daniel Salinas Basave
Hay libros que desde las primeras páginas le enseñan a uno cuan impregnados están por el aroma de mujer.
Vaya, si alguien me diera a leer La hora sin diosas y me pidiera que adivinara quién es el autor, lo único que podría afirmar sin el menor temor a equivocarme, es que se trata de una dama. Imposible que un hombre escribiera ese libro.
Si bien la novela tiene esa inconfundible esencia femenina, sería injusto equiparar a su autora Beatriz Rivas con la insufrible melcocha disfrazada de realismo mágico que impregna a las ?cuatro fantásticas? de la literatura doñil: Isabel Allende, Marcela Serrano, Laura Esquivel y Ángeles Mastretta.
Por fortuna Rivas superó los clichés machacados hasta el hartazgo por las grandes doñas de la literatura light, pero sería un elogio injustificado y de talla muy grande afirmar que escribió un libro inolvidable.
La autora mexicana, con un considerable kilometraje recorrido dentro de los medios de comunicación y currículum de asesora de un personaje complicado como Jorge Castañeda, se tomó el tiempo, o al menos eso parece, de indagar en torno a las vidas de tres mujeres que fueron creadoras pero sobre todo, musas de creadores.
Lou Andreas Salomé, el amor imposible de Nietzsche, la politóloga Hanna Arendt y Alma Mahler, inspiradora de una obra musical sin precedentes, conforman el trío de musas.
No es ni creo que pretenda en absoluto ser una novela, histórica, si bien la autora recrea los específicos momentos en que se crearon obras poéticas, musicales y filosóficas que marcaron los siglos XIX y XX.
Un personaje ficticio, el franco-mexicano Daniel Ponty, es quién funge como narrador y nos acerca a las vidas de estas tres mujeres, a las que conoció en tres momentos distintos de su vida.
Ellas a su vez, nos acercan a figuras de la talla de Rilke, Heidegger, Mahler y Nietzsche y como la misma autora advirtió en su reciente presentación en la Feria del Libro Tijuana, para un mayor disfrute del libro vale la pena que el lector esté impregnado, aunque sea un poquito, de la poesía, música y filosofía de estos personajes.
Aún así, más allá de poemas, sinfonías y tratados filosóficos, la vena del libro está en la pasión de las mujeres que los inspiraron.