Retorno, Eterno Retorno. Nuestra vida es un ciclo, una repetición constante, un carrusel que gira y gira. Últimamente me ha dado por leer lo que escribí hace exactamente un año en este blog. Y leyendo lo que escribí el lunes 17 de febrero de 2003, me doy cuenta de que es una calca absoluta de lo que escribí hoy lunes 16 de febrero de 2004. Hace un año, al igual que hoy, la mañana significó pelear con el tráfico. Hace un año, al igual que hoy, llegué con un pinche insomnio a cuestas (eso no es ninguna novedad, todos los domingos por la noche tengo insomnio) El fin de semana que antecedió al desmañanado lunes fue rico en vinos y placeres, al igual que el que acaba de transcurrir.
Ayer es hoy, hoy es ayer, mi vida no ha cambiado nada- Aquí va un viajecito al pasado.
17 de febrero de 2003
LOS LUNES SÍ EXISTE EL INFIERNO
El infierno sí existe. Dante olvidó incluir en la Comedia el más con-sumado de los círculos infernales. Estar a las ocho de la mañana atrapado en un nudo vial entre Madero y Calle Segunda durante más de 45 minutos, haciendo intentos infructuosos por llegar a la Vía Rápida, es una condena que no le deseo al más encarnizado pecador. Odio el tráfico. Es el único elemento cotidiano de la existencia que tiene la personalidad de un taladro incrustándose en mi cabeza. Ca-rolina llegó tarde al trabajo. Yo llegué desencanchado al mío. Vivo una de mis peores sequías de creatividad periodística en todos los tiempos. Pero el fuego eterno no se limita a condenarme a chapotear en el infierno vial de Tijuana cada mañana. No. Hoy traigo a cuestas tres horas de mal sueño. Solo tres horas. Y pésimas. El insomnio me zarandeó sin piedad. Como sólo sabe hacerlo los domingos por la noche. Puedo estar agotado y haber conjurado todo tipo de resacas. Tener un día relajado y haber dejado plenamente satisfechos todos mis deseos. Una cena de alto nivel, un buen vino y un sexo delicioso que me dejó para dormir como angelito. Pero no. El insomnio agarró mi cerebro, lo restregó entre sus manos, lo exprimió como limón y luego lo talló sobre grava. Tenía sueño, mucho sueño y sin embargo no podía quedarme dormido. Mierda. Y ahora estoy aquí, en mi islote de agrafia periodística esperando que el cielo me arroje un rayo de iluminación.
Sí. Nuestros fines de semana son en extremo hedonistas y dionisíacos. Puro y absoluto principio del placer en el que basamos nuestra existencia de viernes a domingo. Pero el lunes se encarga de castigarnos. Después de una mañana como al de hoy, uno ya está lo su-ficientemente muerto como para querer resucitar. Y es una larga tarde la que me aguarda. FUCK OFF-
Ayer es hoy, hoy es ayer, mi vida no ha cambiado nada- Aquí va un viajecito al pasado.
17 de febrero de 2003
LOS LUNES SÍ EXISTE EL INFIERNO
El infierno sí existe. Dante olvidó incluir en la Comedia el más con-sumado de los círculos infernales. Estar a las ocho de la mañana atrapado en un nudo vial entre Madero y Calle Segunda durante más de 45 minutos, haciendo intentos infructuosos por llegar a la Vía Rápida, es una condena que no le deseo al más encarnizado pecador. Odio el tráfico. Es el único elemento cotidiano de la existencia que tiene la personalidad de un taladro incrustándose en mi cabeza. Ca-rolina llegó tarde al trabajo. Yo llegué desencanchado al mío. Vivo una de mis peores sequías de creatividad periodística en todos los tiempos. Pero el fuego eterno no se limita a condenarme a chapotear en el infierno vial de Tijuana cada mañana. No. Hoy traigo a cuestas tres horas de mal sueño. Solo tres horas. Y pésimas. El insomnio me zarandeó sin piedad. Como sólo sabe hacerlo los domingos por la noche. Puedo estar agotado y haber conjurado todo tipo de resacas. Tener un día relajado y haber dejado plenamente satisfechos todos mis deseos. Una cena de alto nivel, un buen vino y un sexo delicioso que me dejó para dormir como angelito. Pero no. El insomnio agarró mi cerebro, lo restregó entre sus manos, lo exprimió como limón y luego lo talló sobre grava. Tenía sueño, mucho sueño y sin embargo no podía quedarme dormido. Mierda. Y ahora estoy aquí, en mi islote de agrafia periodística esperando que el cielo me arroje un rayo de iluminación.
Sí. Nuestros fines de semana son en extremo hedonistas y dionisíacos. Puro y absoluto principio del placer en el que basamos nuestra existencia de viernes a domingo. Pero el lunes se encarga de castigarnos. Después de una mañana como al de hoy, uno ya está lo su-ficientemente muerto como para querer resucitar. Y es una larga tarde la que me aguarda. FUCK OFF-