Hard Core periodístico
Primer día hábil del año y lo recibo como me gusta, a punta de plomo y sangre. Como un buen cubetazo de agua para despertarme de la modorra vacacional y recordarme que trabajo en un periódico y que el periodismo, a diferencia de la literatura, requiere acción, movimiento y un buen arsenal de huevos.
Creo que el periodista debe aspirar siempre a ser un paciente detective investigador y un meticuloso analista, sin embargo, la adrenalina que genera la inmediatez de la cobertura diaria es el néctar y la esencia misma de este oficio. Cuando estás en medio de una trifulca o un incendio, un huracán o un asalto, puedes palpar la grandeza de este oficio.
Por la mañana, zafarrancho palaciego. Unos 3 mil trabajadores sindicalizados del Departamento de Limpia irrumpieron violentamente en Palacio Municipal de Tijuana.
No voy a expresar en este espacio lo que pienso del debate en torno la privatización de la recolección de la basura, pues es un tema que he tratado y seguiré tratando en el plano profesional y por cuestión de ética elemental, no mezclo mis opiniones personales con mi trabajo periodístico. Lo cierto es que esta privatización tiene sótanos muy oscuros en ambos lados de la contienda y seguirá dando de que hablar.
La cuestión es que los empleados de Limpia irrumpieron en el Palacio, mismo que ya estaba atiborrado de policías municipales. Nuestros tiras no están acostumbrados a los motines. Se las gastan bien para otros asuntos, pero los motines no son lo suyo. Hoy demostraron su inexperiencia y torpeza. Unos cuantos PFP bien entrenados, te controlan a rijosos mucho más agresivos sin derramar una gota de sangre. Pero los municipales perdieron la calma y en cuestión de minutos, todo era macanazos, gases, botellazos, patadas, gritería. Caos en estado puro. Nada que no haya visto antes, aunque sin duda uno de los zafarranchos más violentos de los últimos años. Apenas vieron el rostro ensan-grentado de un trabajador y la masa se enardeció. Una multitud encorajinada y arengada por agitadores es muy predecible. Basta un poco de psicoanálisis a lo Fernando Nachón para interpretar sus comportamientos. Los policías olvidaron que la visión de la sangre prende a las turbas y las torna violentas. Con una llave china y un poco de calma se hubieran ahorrado problemas. Total que se desató la tormenta de botellas, puños y palos. Excelente cobertura de mi colega Said Betanzos, alias Crónicas Policíacas y de Tizoc Santibáñez. Debo confesar que adicto como soy al caos, disfruto inmensamente estar en medio de un escenario de violencia. Algún día mis dioses paganos me concederán la gracia de cubrir una guerra. Ese, sépanlo ustedes, es mi máximo sueño como periodista.
Por la noche pretendía darme una escapada para felicitar a Ju que recién se ha graduado de Psicoanalista (Muchísimas felicidades desde aquí), pero mi madrina la Santísima decidió trabajar horas extras. A las 20:00 horas, un hombre fue acribillado a quemarropa delante de sus hijos en el Bulevar Díaz Ordaz esquina con Benton.
El dueño de la pollería Don Pollo, Juan Pablo Sarabia, recibió cuatro plomazos y su hijo Víctor uno. El menor Aarón, de 13 años, sólo quedó salpicado de sangre. Me fui en chinga en mi nave acompañado de mi colega Agustín Pérez. Llegamos en putiza, quemando llanta, como siempre antes que Semefo y Periciales. Ahí estaba el muertito, oliendo a sangre fresca. La historia de esa pollería es macabra. Mañana la narraré. Sólo diré que seis personas han muerto antes en ese lugar. Hablamos con los vecinos, nos contaron la historia del muerto y fuimos a la Cruz Roja a hablar con el hijo herido, que aún estaba paralizado por el pánico. Finalmente llegó Semefo y se llevó el cadáver. Media hora después como si nada hubiera pasado. Solo los rayones de crayola en la banqueta indicaban que algo malo había sucedido en esa esquina. Un perro callejero de color negro, se encargó de lamer con gula los manchones de sangre aún fresca. Mmmm. Vaya festín. Y vaya día para retornar al trabajo. Pura acción.
A huevo, a mi me gusta esta vida, a mi me pasa este oficio, es una adicción muy perra, un placer que un literato jamás podrá sentir. A veces te hartas, pero esto es adictivo. Es una droga muy dura. Vivir los hechos y después narrarlos.
Y cuando pienso que un pestilente teorreico de la peor calaña trató de echar leña al fuego y provocarme despotricando contra el trabajo periodístico al que calificó como una actividad burda e inferior en comparación de la literatura (comparó el tenis con el futbol el pobre mariconcete) Ja, ja, ja, ja. Por supuesto lo ignoré. Basta ya de pelear con insectos.
Teorreícos y culturozos del Mundo: Os invito a estar un día en medio de una violenta trifulca o a contemplar los ojos abiertos del cadáver ensangrentado de un hombre al que acaban de acribillar, os invito a desparramar toda la dosis de adrenalina en un texto que debes escribir con coherencia y pulcritud en menos de cinco minutos y entonces comprenderán que en este planeta hay algo muy supe-rior a sus líricos onanismos.
Primer día hábil del año y lo recibo como me gusta, a punta de plomo y sangre. Como un buen cubetazo de agua para despertarme de la modorra vacacional y recordarme que trabajo en un periódico y que el periodismo, a diferencia de la literatura, requiere acción, movimiento y un buen arsenal de huevos.
Creo que el periodista debe aspirar siempre a ser un paciente detective investigador y un meticuloso analista, sin embargo, la adrenalina que genera la inmediatez de la cobertura diaria es el néctar y la esencia misma de este oficio. Cuando estás en medio de una trifulca o un incendio, un huracán o un asalto, puedes palpar la grandeza de este oficio.
Por la mañana, zafarrancho palaciego. Unos 3 mil trabajadores sindicalizados del Departamento de Limpia irrumpieron violentamente en Palacio Municipal de Tijuana.
No voy a expresar en este espacio lo que pienso del debate en torno la privatización de la recolección de la basura, pues es un tema que he tratado y seguiré tratando en el plano profesional y por cuestión de ética elemental, no mezclo mis opiniones personales con mi trabajo periodístico. Lo cierto es que esta privatización tiene sótanos muy oscuros en ambos lados de la contienda y seguirá dando de que hablar.
La cuestión es que los empleados de Limpia irrumpieron en el Palacio, mismo que ya estaba atiborrado de policías municipales. Nuestros tiras no están acostumbrados a los motines. Se las gastan bien para otros asuntos, pero los motines no son lo suyo. Hoy demostraron su inexperiencia y torpeza. Unos cuantos PFP bien entrenados, te controlan a rijosos mucho más agresivos sin derramar una gota de sangre. Pero los municipales perdieron la calma y en cuestión de minutos, todo era macanazos, gases, botellazos, patadas, gritería. Caos en estado puro. Nada que no haya visto antes, aunque sin duda uno de los zafarranchos más violentos de los últimos años. Apenas vieron el rostro ensan-grentado de un trabajador y la masa se enardeció. Una multitud encorajinada y arengada por agitadores es muy predecible. Basta un poco de psicoanálisis a lo Fernando Nachón para interpretar sus comportamientos. Los policías olvidaron que la visión de la sangre prende a las turbas y las torna violentas. Con una llave china y un poco de calma se hubieran ahorrado problemas. Total que se desató la tormenta de botellas, puños y palos. Excelente cobertura de mi colega Said Betanzos, alias Crónicas Policíacas y de Tizoc Santibáñez. Debo confesar que adicto como soy al caos, disfruto inmensamente estar en medio de un escenario de violencia. Algún día mis dioses paganos me concederán la gracia de cubrir una guerra. Ese, sépanlo ustedes, es mi máximo sueño como periodista.
Por la noche pretendía darme una escapada para felicitar a Ju que recién se ha graduado de Psicoanalista (Muchísimas felicidades desde aquí), pero mi madrina la Santísima decidió trabajar horas extras. A las 20:00 horas, un hombre fue acribillado a quemarropa delante de sus hijos en el Bulevar Díaz Ordaz esquina con Benton.
El dueño de la pollería Don Pollo, Juan Pablo Sarabia, recibió cuatro plomazos y su hijo Víctor uno. El menor Aarón, de 13 años, sólo quedó salpicado de sangre. Me fui en chinga en mi nave acompañado de mi colega Agustín Pérez. Llegamos en putiza, quemando llanta, como siempre antes que Semefo y Periciales. Ahí estaba el muertito, oliendo a sangre fresca. La historia de esa pollería es macabra. Mañana la narraré. Sólo diré que seis personas han muerto antes en ese lugar. Hablamos con los vecinos, nos contaron la historia del muerto y fuimos a la Cruz Roja a hablar con el hijo herido, que aún estaba paralizado por el pánico. Finalmente llegó Semefo y se llevó el cadáver. Media hora después como si nada hubiera pasado. Solo los rayones de crayola en la banqueta indicaban que algo malo había sucedido en esa esquina. Un perro callejero de color negro, se encargó de lamer con gula los manchones de sangre aún fresca. Mmmm. Vaya festín. Y vaya día para retornar al trabajo. Pura acción.
A huevo, a mi me gusta esta vida, a mi me pasa este oficio, es una adicción muy perra, un placer que un literato jamás podrá sentir. A veces te hartas, pero esto es adictivo. Es una droga muy dura. Vivir los hechos y después narrarlos.
Y cuando pienso que un pestilente teorreico de la peor calaña trató de echar leña al fuego y provocarme despotricando contra el trabajo periodístico al que calificó como una actividad burda e inferior en comparación de la literatura (comparó el tenis con el futbol el pobre mariconcete) Ja, ja, ja, ja. Por supuesto lo ignoré. Basta ya de pelear con insectos.
Teorreícos y culturozos del Mundo: Os invito a estar un día en medio de una violenta trifulca o a contemplar los ojos abiertos del cadáver ensangrentado de un hombre al que acaban de acribillar, os invito a desparramar toda la dosis de adrenalina en un texto que debes escribir con coherencia y pulcritud en menos de cinco minutos y entonces comprenderán que en este planeta hay algo muy supe-rior a sus líricos onanismos.