Son las 8:24 de la mañana y en este breve lapso he padecido una serie de incidentes que me hacen pensar que una tuerca anda mal en mi existencia o un duende chocarrero ha decidido agarrarme a carrilla. Despierto por ahí de las 5:40. Morris tosia de manera extraña. El agua fria me aguardaba, aunque confieso que me voy acostumbrando. Al cabo de tres minutos bajo el chorro helado, uno le agarra sabor. Eso si, confieso que continúo sin rasurarme y mi aspecto de Robinson Crusoe delata el naufragio de mi existencia. La niebla cubre Hacienda del Mar cuando le doy su paseada matutina al Morris. Carolina me prepara un sandwich. El carro enciende sin problemas. La Escenica está cubierta por la niebla, que no inhibe las 75 millas del velocimetro. A esa hora somos las unicas almas en esa carretera. Un ruido extraño irrumpe en la Avenida Internacional, casi a la altura de la Zona Norte. Todo indica que es el mofle rebotando contra la carroceria. Me estaciono en el Centro. El mofle está flojo pero no suelto, sin embargo, al agacharme, descubro tremendo clavo cómodamente enterrado en la llanta trasera. Mientras no reviente todo esta bien. Entrar a la Via Rapida es un desafío. Los profugos del 4 de Julio han hecho de la línea un caos. El policia de transito que agita sus manos al vacio, tiene la personalidad de un espantapajaros. Finalmente, llego al periodico y me dispongo a celebrar el primer instante de relax de la mañana. Comer mi sandwich acompañado de un cafe mientras leo el nuestro producto. Pero mi brazo conspira contra mi y derrama el capuccino sobre mi camisa y pantalones. Barba crecida, mata desordenada, pantalones mojados. Un naufrago que se acaba de mear ha llegado a la redacción. Demosle la bienvenida-
Wednesday, July 02, 2003
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