Eterno Retorno

Friday, January 31, 2003


Tantos animales en el mundo y todo lo que hemos perdido: la crueldad inocente, la opaca monstruosidad de los ojos, apenas distintos de las pequeñas burbujas que se forman en la superficie del lodo, el horror vinculado con la vida como un árbol con la luz. G. Bataille.

Dispuesto a exterminar y ser exterminado, el hombre quiere decir sí al mundo y al horror que éste conlleva. Sin embargo esa actitud es esporádica. Al igual que el ojo humano rehuye la visión frontal del Sol, cuando el cráneo de Dios estalla, nadie oye. Holocausto no es otra cosa que le cráneo de Dios.
Aceptémoslo. La guerra fascina a los hombres. Acuden a ella como si asistieran a un maravilloso espectáculo de una hiero-fanía, la llegada a este mundo de lo sagrado más tenebroso. Los apetitos, la rabia, la violencia que la paz frena con enorme es-fuerzo, son liberados por la guerra. Bataille opina que la paz no es un aspecto natural de la sociedad o mejor dicho de todas las sociedades. Del Desorden de Dios, Ignacio Díaz de la Serna