Eterno Retorno

Wednesday, January 29, 2003


Bruno Ruiz tiene razón en sus observaciones sobre Eterno Retorno y me ha hecho reflexionar al respecto. Ayer mismo es-cribía sobre mis sinceros propósitos de empacar menos odio en el blog y la observación de Bruno lo refuerza. No quiero des-tilar coraje ni amargura, pues no es mi intención. Mucho menos atacar u ofender a alguien. Tal vez estoy muy adentrado en el Planeta Vallejo y se me contagia esa actitud del improperio como doctrina. Voy a deajr un rato Rambla paralela. Gracias por la observación. En verdad me ha hecho reflexionar.

Por cierto, a propósito de Bruno. Hoy recomienda en su columna que vaya a la librería del Cecut a capturar uno de los dos ejemplares de Cuando fui mortal. Me daré por aludido y le tomaré la palabra. Tal vez es tiempo de redescubrir a Marías, un autor incomprendido por mí. Mi debut en el Planeta Marías fue en 1999, con Negra espalda del tiempo, ampliamente reco-mendada por Federico Campbell. Adquirí la novela en el Sanborns de la Calle Morelos en Monterrey y fue por cierto el libro que estaba leyendo cuando se produjo mi definitiva mudanza a Tijuana en abril de 1999. Tal vez mis expectativas eran muy altas, pero el libro me aburrió un poco. Dado que Negra espalda era una encarnación de Todas las almas decidí comprar este libro (concretamente en El Día de Sánchez Taboada y fue uno de los primeros libros que compré en Tijuana) Todas las almas me gustó mucho más, aunque tampoco lo elevé a la categoría de inolvidable. Hay una escena que me encanta sobre la que al-guna vez escribí una reflexión. La madre de Clare Bayes se arroja de un puente ante la mirada de su hija, de su amante y de su marido engañado. Los tres la aman y nadie hace nada por salvarla. John Gawsworth es un personaje magnífico. Todo un Enoch Soames. La isla de Redonda se parece un poco a mi Daxdalia. Desde entonces he seguido al autor con su columna Carta de Madrid en Letras Libres. En fin. Pensándolo bien sí me gusta Javier Marías y le tomaré la palabra a Bruno. Voy a leer Cuando fui mortal. Además, Marías tiene otro punto a su favor: es un fanático del Real Madrid. Como yo soy todo un prejuicioso literario, un autor al que le gusta el futbol gana a priori una buena cantidad de puntos en mi estima. Marías es me-rengue de corazón y hasta tiene cuentos de futbol (tengo uno en el libro de Valdano) Benedetti, Galeano, Villoro son otros futboleros consumados y por ello los aprecio.
Punto y aparte, los escritores e intelectuales que despotrican contra el juego más hermoso del universo pierden muchos puntos en mi estima. De no ser por su antipatía al futbol, yo hubiera fundado una Iglesia de Borges, de la misma forma que existe una Iglesia Maradoniana. Pero bueno, a Borges soy capaz de perdonarle todo.