El spleen electrónico
(o las razones por las que todo lo que huele a rave me genera un ahuvamiento insoportable)
Baudelaire fue un poeta que tuvo la habilidad de cantar con maestría al tedio. Le llamó el spleen y sus versos tienen el sabor de la invernal humedad impregnada en viejas paredes, las podridas prostitutas del Barrio Latino, el dolor de la sífilis en una noche de insomnio. Dentro del universo de mi spleen particular la música electrónica y su ambiente ocupan un lugar preponderante. Spleen. La verdad, no encontré una mejor expresión para describir lo que me produce este fenómeno musical. Ya explicaré la historia.
Por ahora, creo que despertaría más polémica si me pusiera a disertar sobre los motivos por los que detesto la música electrónica. ¿Que les parecería? Una disertación intolerante a más no poder. ¿Cual sería un buen título? “Disertación sobre los motivos por los que la música electrónica me da una hueva impresionante.” “Disertación que explica los motivos por los que la música electrónica mutó en mi esfera de gustos de la huevona indiferencia a la total repulsión”. O un simple título muy ala mexicana “La música electrónica es de putos”
Disculpen, lo que sucede es que estoy enojado. Me enteré que Dark Tranquility tocó en Monterrey el pasado 10 de enero, concretamente en el Escena. ¿Saben lo que es eso? Los padres del sonido Gothenbörg, en la Sultana, en un antro de primera. Yo quiero a Tijuana, deseo vivir aquí toda mi vida, adoro su clima, pero hay solo dos cosas que me hacen pensar en volver a mi tierra. Los partidos de futbol y los conciertos de metal. Mis dos grandes aficiones no se ven satisfechas en esta ciudad. No hay mucho futbol y casi no hay tocadas de metal. Nacional de Tijuana juega en horarios cada vez más complicados y su nivel de juego ha bajado considerablemente. Los deportes gringos me generan tedio. No se como se juega el beisbol ni me interesa saberlo.
Aquí el metal europeo es casi desconocido. En la Ciruela Eléctrica raramente encuentro un título de la Nuclear Blast o la Century Media. A veces pega pero es raro. Sergio está contaminado por la epidemia electrónica. Recuerdo que hace muchos años, cuando vivía en Monterrey y Tijuana era solo una lejana frontera para mí, yo me enteraba que en esta ciudad tocaban grandes bandas: Mercyful Fate, Slayer, Carcass y yo decía, “en esa ciudad debe valer la pena vivir solo por sus tocadas” Nunca imaginé que vendría a vivir en sus calles: Tras cuatro años de vivir en Tijuana, la única tocada a la que he asistido en territorio tijuanense es Ángeles del Infierno Párenle de contar. En cuatro años solo he visto flyers de raves y estúpida parafernalia por el estilo. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Nortec hasta por la orejas y por el culo. ¿No se saben otra cosa? No escucho música norteña ni música electrónica. Mucho menos me va a gustar su combinación. Mi ex compañera de Frontera Karina Paredes me dio a escuchar el disco del colectivo y me dio una hueva enorme. En fin, hablar de hueva con música electrónica suena a pleonasmo. Para empezar no pude notar dónde mierdas estaba la aportación norteña. Para terminar, me sonaron como todos los discos de música de punchis punchis. Idénticos. Con una rola ya las oíste todas. No se porque presumen tanto cuando viene el DJ metetelaporelculo de Londres o el DJ quesepudratumadre traído directamente de Ibiza, si todo suena igualito. Si me repitieran la misma rola mil veces daría lo mismo y ni cuenta me daría. No me vengan con mierda. Un Dj no es un músico, es un simple ponedor y quitador de discos. La música electrónica es música de fondo, el equivalente a la música que ponen en el super, en la sala de espera del hospital o el teléfono de oficina. Ruidito de fondo, tedioso, ahuevante. Un mero pretexto para desafiar el silencio. Y yo me pregunto ¿Que carajos le ha pasado a Tijuana? ¿De que mierda atiborraron la cabeza de su escena musical? ¿Tanto mal hacen las tachas?