30 AÑITOS DEL COLOSIAXO
Bendito sea el arte de
morir a tiempo. Piénsalo bien Luis Donaldo: después de todo no te fue tan mal.
Los cuerpos de los mártires no se corroen ni se llenan de gusanos; se mantienen
frescos e impolutos en su ataúd de cristal. La historia de lo que pudo haber
sido es siempre idílica. La mejor presidencia posible es aquella que no se
ejerció jamás. Al eternizarse en la mitología del sueño truncado y la
oportunidad perdida, tu sexenio se convierte en ese idilio de democracia y
justicia social que nunca
llegó. La sed de los mexicanos habría sido saciada y todo habría sido tan
diferente. Preciosa historia; desgarradora nostalgia por lo no ocurrido;
mexicanísima nuestra añoranza por aquello que no sucedió ni hubiera sucedido
nunca. Es como imaginar que la selección mexicana le habría arrebatado el
Mundial 70 a Pelé de no haberse partido la pierna de Onofre. Te sucedió como a
esos escritores que se suicidan jóvenes e inmortalizan el portento de obra que
jamás llegaron a escribir y que acaso no hubieran sido capaces de escribir
nunca. La muerte a tiempo opera prodigios. Admítelo Luis Donaldo: la banda
tricolor sobre tu pecho habría empezado a pudrir tu memoria desde el momento en
que te la colocaras; la misma memoria que permanece inmaculada gracias a la
bala de Aburto. ¿Estaríamos en otro lugar si hubieras sido presidente? No lo
creo. No habrías encarcelado a Salinas ni evitado el error de diciembre. Es
más, puede que ni siquiera hubieras podido ganar la elección y te le habrías
adelantado seis años a Labastida como el primer candidato priista derrotado de
nuestra historia. Todas las iglesias requieren de su mártir para existir y
justificarse; tú ocupas ese puesto desde hace 30 años. Rasgarse las vestiduras
ante la tumba del sacrificado es la liturgia que dignifica al credo. Por ello
tu figura le viene tan bien a México, aunque tu partido (al que habrías
renunciado hace mucho) hoy sea poco menos que un indigno moribundo
sobreviviendo con la artificial respiración de alianzas contra natura. 30
añitos y contando. De verdad Luis Donaldo, no te fue tan mal. Piénsalo: no se
puede ejercer el poder sin prostituirse. El solo hecho de estar vivo significa
oxidarse lentamente, irse pudriendo y marchitando y tú te salvaste de la
inevitable podredumbre. DSB