Eterno Retorno

Monday, September 07, 2020

El Ñato en la ruta

 

El impacto tiene una doble intensidad  cuando un mastodonte de fierro como un tráiler impacta a un vehículo pequeñito. Para el chofer del tráiler es apenas una sacudida, algo no muy distinto de lo que se siente impactar a un perro. Para los tripulantes del Renault, en cambio, aquello es el Apocalipsis. Es muy posible que el chofer haya tenido una fracción de segundo para alcanzar a ver al Renault y haya alcanzado a meter el freno cuando el impacto era ya inminente. Acaso logró amortiguar un poco el golpe pero no evadir el choque. Hay un latigazo de adrenalina que sin duda sacude a todos los choferes de maquinaria pesada cuando han impactado a un vehículo menor. El chofer no está herido, ni golpeado, pero está viviendo uno de los peores momentos de su vida en el instante en que ve el frente del Renault destrozado. “Mierda, la pucha, la puta que los parió”, pudieron ser sus expresiones. “Ya me cargó la chingada”, habría pronunciado de haber sido un chofer mexicano. Lo peor es que en el asiento del conductor del carrito destrozado hay un anciano que está inconsciente. ¿Está muerto? Para cualquier abuelo del mundo debe ser difícil sobrevivir al impacto de un tráiler.  Hay también un par de mujeres que lloran a grito pelado. En un primer momento el chofer maldice, mienta madres  y afirma para sus adentros que no se debe permitir conducir a los ancianos, sin reparar en que él mismo ya no es un joven. Maldice su suerte y se resigna a la cruz de lo inevitable en el primer accidente de su carrera al volante. En ese preciso momento Víctor o Walter Hugo ignora que su víctima tiene licencia de instructor de manejo y que hasta hace muy poco tiempo se ganaba la vida enseñando a conducir, pues fue dando clases a bordo de un auto-escuela como conoció a su esposa, 46 años más joven que él, quien viaja en el automóvil y está herida. El chofer también ignora que ese anciano que yace sobre el tablero del humilde Renault, llegó a peinar carreteras italianas conduciendo un Ferrari a velocidades muy superiores a las permitidas en cualquier parte del mundo. En ese momento tampoco sabe que el accidente provocado por él dará la vuelta al mundo, pero no como titular de sucesos policiales, sino de las secciones deportivas. El  chofer no sabe que acaba de impactar a una leyenda, al último sobreviviente de una gesta heroica elevada a la categoría de mito. Víctor o Walter Hugo no sabe que ese anciano, quien se debate entre la vida y la muerte,  se llama Alcides. Alcides Edgardo  “El Ñato”  Ghiggia.