Si alguien le hubiera hablado de abrir las puertas de la percepción escuchando de repente un Ave María en medio del desierto, Balbina lo habría imaginado como una sublime experiencia mística, pero aquello no suena como un coro angélico retumbando en el firmamento, sino como una vieja radio distorsionada.
“Son las 12:00 del mediodía. Es la hora del Ángelus…”
La sensación tiene la consistencia de un deja vú o una alucinación de fiebre. Aunque bajito y distorsionado, el Ave María se escucha claro y además ha sido puntual, pues si de algo no tiene dudas Balbina, es que el sol castigador yace en la parte más alta de ese desnudo cielo norteño. De cualquier manera, aún la existencia de esa sintonía radial carece de explicación alguna en aquella desolación.
Sunday, August 06, 2017
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