Salgo de la Arena Monterrey, deambulo por el Parque Fundidora y al atardecer del domingo camino a paso firme por el Río Santa Catarina donde algunos jinetes emprenden el retorno cabalgando entre las rocas mojadas bajo el blanco puente San Luisito, el mismo desde donde Juan Pablo II dio un mensaje en 1979; el mismo que contempló los torrentes devastadores de los huracanes Gilberto y Alex, los diez mil puestos de fayuca y mercado negro que se instalaban cada domingo y las canchas de lodo y pasto ralo donde enjambres de futbolistas descamisados corrían tras furtivos balones. Hoy todo eso es pura nostalgia en penumbra. La imagen del otoño 2015 son las caballerías broncas peinando un río que ha vuelto a ser río y en cuyo lecho solo queda piedra y lama.
Quizá solo resta desear que la emoción no se vuelva ceniza. La noche ya está cayendo sobre Monterrey y al mirar mi entorno pienso que dentro uno o dos siglos, cuando todo esto sea epopeya u olvido, tan solo permanecerán las regias montañas, las mismas que en este ocaso de San Francisco nos contemplan coronadas por sombras y nubarrones.
Wednesday, November 11, 2015
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