Ser un lector omnívoro tiene sus ventajas. Como suelo devorar de todo y no le niego la capacidad de sorpresa a casi nadie, siempre está latente la posibilidad de esa lectura matadora y rompemadres que desde el librero te acecha lista para saltar sobre ti. Quizá lo que alimenta este irrenunciable vicio de tecato bibliófilo, es intuir la permanente cercanía del libro que te volará la cabeza. Más de una vez he cedido a la tentación de creer que las mejores lecturas de mi vida llegaron hace tiempo y que el futuro solo depara repeticiones y redundancias, pero al final mi apetito y mi curiosidad sin límites echan por tierra esa idea. El hambre es insaciable. El motor que me lleva a no estar nunca satisfecho y desear pepenar siempre un libro nuevo, es la sospecha de que hay una lectura alucinante esperándome en algún lugar. Por lo pronto, la fila de libros con la que despediré el 2015 luce más que prometedora. Entre estos amigos de papel y tinta hay por lo menos uno que me hará volar muy alto. ¿Cuál será? Hagan sus apuestas.
Wednesday, November 04, 2015
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