Eterno Retorno

Friday, January 25, 2013

La idea de crear un creador siempre me ha seducido. Por eso este pequeño escandalito de corrupción que ha estallado en la cúpula del PSOE español me resulta tan atractivo. Sucede que el director de la Fundación Ideas del PSOE, un tipo llamado Carlos Mulas, pagó 60 mil euros a la escritora estadounidense Amy Martin. El pequeño problema es que Amy Martín no es una persona de carne y hueso, sino una identidad literaria que al final resultó ser la esposa de Mulas, la escritora Irene Zoe Alameda. Lo interesante de caso, es que según declaró Zoe, su esposo siempre creyó que Amy Martin era real. El juego literario sólo lo conocía ella. Una de dos: o Mulas es de plano muy mula y nunca se enteró de nada o simplemente es un corrupto que no dudó en hacer negocio usando recursos públicos para pagárselos a su mujer. El escándalo le costó el despido inmediato y la humillación pública. Sobra decir que el tema me gusta para una narrativa de ficción donde un escritor crea un escritor que a su vez crea otro escritor y así nos vamos, creando identidades literarias como muñecas rusas, hasta que al final nos preguntamos ¿dónde está el escritor real? ¿quién es ese tipo o tipa? La mujer norteamericana llamada Amy Martín no existe en su versión carne y hueso, pero sus artículos son reales y además son bastante buenos. Escribir es ser otro, o ser otros.
En lo personal, siempre me ha atraído la creación de escritores alternos. No solo se trata de crear un seudónimo y firmar con otro nombre. Se trata de crear una identidad, un verdadero heterónimo, con su propia biografía, sus circunstancias radicalmente distintas a las tuyas y un estilo literario que jamás practicarías. Vaya, con decirles que he practicado el transexualismo literario al crear a dos escritoras, Ámber Aravena e Ipanema Dávila, cada una con su propia historia personal, absolutamente ajena a la mía. Después de todo, a menudo tiendo a pensar que quien escribe es otro. A veces cuando escribo es como si alguien se apoderara de mi voluntad y mis pensamientos. La tercera persona creativa como un demonio insaciable, como una bestia interior capaz de manifestarse en el instante más improbable. El creador no es un artesano paciente y tenaz; es un poseso.