En torno a ese efímero tema de moda llamado Florence Cassez tengo algunas cosas que decir.
1) No dudo que Florence sea culpable. De cualquier manera su caso es solo uno más entre los miles de secuestradores que andan libres bailando en la nariz de las autoridades. En un país donde la impunidad es la regla y el castigo es la excepción, el caso Florence no debería tener nada de especial. Nuestras cárceles están llenas de hombres pobres y mujeres feas. Florence no es pobre ni es fea. El resultado de la ecuación es lógico.
2) Al ver todo este sainete no pienso en Florence y en sus víctimas, sino en todos esos miles de casos de inocentes presos y culpables libres que infestan nuestro sistema de justicia y que jamás aspirarán a tener un .001% de la cobertura que tuvo la francesa. Vayan a la penitenciaría de La Mesa en Tijuana y vean cuántos pobres diablos, piel de insignificancia, llevan años esperando una sentencia. Culpables o inocentes no tienen siquiera derecho a un veredicto, porque su expediente es sólo un papel apolillado que se amontona en esos cerros de ineficiencia bajos los cuales yacen nuestros siniestros ministerios.
3) En la justicia mexicana, como en el periodismo, la verdad es lo menos importante. La verdad es un concepto difuso, incierto, siempre maleable. En el menos malo de los casos, la verdad o su búsqueda es un buen pretexto y nada más. Bajo la avalancha del show mediático lo imposible es tener certezas. Genaro García Luna quiso hacer de Florence un reality show que le compitiera en rating a las telenovelas, pero Sarkozy también la usó para tratar de ganar votos patrioteros. La televisión francesa ahora lo agradece. La presencia de las tropas galas en Mali estaba perdiendo puntos y era preciso recuperar la audiencia.
4) No me jodan con esa doble moral condenatoria, exigiendo 60 años de cárcel para Florence e indignados por el trato de heroína que se le da en Francia, pues he visto a muchos de mis compatriotas envolverse en la bandera y lanzar condenas al imperialismo yanqui cuando a un paisano, culpable o inocente, le van a aplicar la inyección letal en Texas. Los reos mexicanos en el extranjero se transforman en mártires ante la opinión pública patriotera. Cuando un compatriota es condenado en el extranjero, la reacción es de empatía y solidaridad. Así sucedió con los narcos sinaloenses condenados a la horca en Malasia y así sucede en Francia con su nueva Juana de Arco.
5) ¿Les molesta la manera en que la prensa francesa recibe con fanfarrias a Florence? En el lejano 1997 yo estuve como reportero en el aeropuerto Monterrey para recibir a Ricardo Aldape, el reo regiomontano salvado en tres ocasiones de la inyección letal. Fue recibido como héroe por el mismísimo gobernador de Nuevo León Benjamín Clariond, entre banderas y mariachi. Culpable o inocente (su supuesta complicidad en el homicidio de un policía en Houston nunca fue aclarada) a Aldape lo recibieron como un prócer de la patria y apenas desembarcado le dieron un papel en una ridícula novela de Tv Azteca (dos meses después el pobre murió en un accidente en la carretera)