Soy, he sido y seré lector antes que escritor. En mi vida son muchas, muchísimas más las palabras leídas a las escritas. La lectura suele ser (las más de las veces) hedonismo puro y ruta de escape. Nunca he sufrido leyendo. La escritura puede ser desahogo, compulsión; arrojar y desparramar palabras como conjuro y exorcismo. Habitado estoy por demonios que requieren salir de vez en cuando a la superficie materializados en palabra escrita. Sí, escribir puede ser un exorcismo, aunque desde un tiempo para acá (desde el momento en que empecé a tomar con seriedad esta forma de vida) me aferro a transformarlo en trabajo artesanal, labor de carpintero que intenta (sin mucho éxito) respetar horarios y mínimos de palabras. El 2011 ha sido el año en que he escrito más disciplinadamente en mi vida. No sé si haya sido el año en que más palabras he escrito, pero sí en el que brotaron con mayor orden y estructura. El 2012 ha sido más agitado. Demasiados aviones, sobresaltos, subidas y bajadas. Claro, tanto aeropuerto, tanta carretera y sala de espera han derivado en más palabras leídas. He leído más 30 libros completos en los que va de 2012, sin contar relecturas, lecturas mostrencas...
Monday, November 26, 2012
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