El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos, dijo Shakespeare. Hoy este condenado destino tahúr me arroja barajas improbables, fatales combinaciones capaces de condenarte a los infiernos más temidos, aunque de vez en cuando saca ases bajo la manga con resplandores de gloria y destellos, solo destellos, de algo parecido a lo promisorio.
Ciclos fatales, cuentas regresivas. Si algún Nostradamus me hubiera narrado hace una década las circunstancias del otoño 2012 hubiera sentido algo parecido al terror y me habría dejado carcomer por esa angustia tan propia de mis años jóvenes. Y vaya que hay razones para angustiarse, aunque por ahora me sostengo en algo parecido a cierta serenidad que pretende basarse en una suerte de sexto sentido o corazonada, si bien la realidad, la puta realidad, te muerde y te patea mirándote a los ojos, diciéndote aquí no hay sitio para ti. Sobrevivir, como un animal en una sabana en sequía, donde los lagos son arena, los pastizales cardos secos y las gacelas esqueletos. Añejo dilema humano: sobrevivir, llevar el sustento, seguir adelante, mantenerse en esta vida, que pese a todo, sigue.
Monday, November 26, 2012
<< Home