Mosaico Tijuana, el video realizado por la organización Yo Propongo y proyectado al final de Tijuana Innovadora 2012, muestra con claridad la esencia de lo tijuanense: un caleidoscopio de orígenes e identidades diversas y hasta contrastantes que han ido construyendo lo que somos. Es muy complicado intentar estereotipar al tijuanense, pues aquí nadie estamos cortados con la misma tijera. Nos une, tal vez, el espíritu aventurero, la capacidad de jugárnosla, de apostar por lo diferente. “Somos gente dispuesta al nuevo cambio de barajas en la vida”, nos define sabiamente Tomás Perrín en su novela El Agua de la Presa. Lo veo en los distintos equipos de trabajo que me ha tocado integrar a lo largo de catorce años de vida en esta ciudad, en los que he podido interactuar con personas procedentes de los más improbables rincones de este país, con orígenes, formaciones y visiones de la vida muy distintas. Si algo me gusta de Tijuana, es que aquí uno no es esclavo de apellidos y ridículos abolengos. Tampoco se requieren cartas de recomendación ni bendiciones de padrinos ni estamos obsesionados con los títulos universitarios. Esta es una de las pocas ciudades del país en donde vales por lo que eres y por lo que demuestras ser día con día, no por lo que un título o una carta de recomendación dicen que eres. Esa diversidad, ese espíritu aventurero y esa capacidad de adaptación e innovación frente a lo adverso o lo cambiante, es lo que enriquece a nuestra ciudad. Sin embargo, es preciso reconocer que también puede ser el origen de uno de nuestros principales karmas que nos impiden ser competitivos: me refiero a nuestro terrible individualismo, nuestra tradicional indiferencia frente a lo colectivo, nuestra incapacidad de ponernos de acuerdo en los temas fundamentales y apostar por procesos transformadores de largo alcance. A las grandes iniciativas siempre les surge debajo de las piedras una legión de detractores que nada aportan, salvo su vocación destructora. La discusión de los temas públicos se limita a grupos o grupúsculos que debaten frente a una masa indiferente. Las más de las veces los temas de interés público vienen condicionados por el interés político y la mira cortoplacista. En Tijuana hay mentes brillantes e iniciativas innovadoras, me queda claro, pero nos falta espíritu de equipo, capacidad de sacrificar el interés particular y el beneficio inmediato. Nuestra cartografía urbana y nuestra arquitectura demuestran que la planeación no se ha llevado bien con nosotros. Por más capacidad innovadora que tengamos, una ciudad con este sistema de transporte y con estas vialidades que entronizan al automóvil y condenan al peatón y al ciclista, no puede ser competitiva. Una ciudad donde las áreas verdes parecen estar prohibidas y el espacio público es limitadísimo no puede aspirar a competir entre las urbes modernas del mundo. El problema es que en esta ciudad, mientras en un foro se habla de satélites, tecnología aeroespacial, comunidades autosustentables y ciudades digitales, en Congreso se discute cómo sangrar bolsillo del contribuyente imponiéndole cuatro zánganos más que cobrarán como diputados, mientras una decena de políticos pigmeos se desgarran entre sí para obtener candidaturas. Amo a Tijuana por lo que es y me ha dado, pero aun está muy lejos de parecerse a la ciudad de mis sueños.
Friday, October 26, 2012
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