Eterno Retorno

Thursday, February 09, 2012





De pronto, en una novela encuentras la frase exacta, el párrafo capaz de sintetizar aquello que revolotea en tu cabeza como un abejorro. Esa idea pertinaz y obsesiva, ese concepto acechante que esta mañana me asaltó mientras viajaba en un taxi.

No hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo, sino muchos mundos y todos discurren en paralelo, mundos y antimundos, mundos y sombras de mundos, y cada uno de ellos lo sueña, lo imagina o lo escribe alguien en otro mundo. Cada mundo es la creación mental de un individuo.

No fue Carlos Casteneda ni fue The Matrix. Tampoco fue Borges. Tampoco fui yo. Lo escribió Paul Auster y está en la página 83 de Un hombre en la oscuridad (Anagrama 2008) Paul Auster es ya una marca en mi vida. Cada uno de sus libros han sido palabras mayores, viajes alucinantes a mi interior. Un autor con el que tengo una conexión que pocas veces logro. Esa dosis de magia, esa atmósfera misteriosa e inexplicable que va más allá de las letras. Paul Auster toca una fibra.

Embriagado en la austeridad, son estos tiempos de renuncia y estoicismo. De pronto he renunciado a toda forma de hedonismo fácil. La comodidad no cabe en la vida y me siento libre. Me siento fuerte. El más profundo viaje es en sobriedad. Lo alucinante de un Sol que sale y se oculta, un océano al acecho, de un presagio omnipresnete. La certeza de haber pasado ya la frontera de la mitad de la existencia. La vida que se va, la vida que se acaba, el reloj de arena consumiéndose como la luz derretida en las aguas del Pacífico. El tiempo se acaba y solo resta escribir, aferrarse al compulsivo desparrame de letras como única tabla de salvación en este inevitable naufragio.

Así, como si tal cosa y sin decir agua va, he dejado de beber. No tuve un quiebre, ni destrocé un automóvil, ni perdí un trabajo, ni dije algo de lo que me arrepintiera. Simplemente me di cuenta que las botellas de Jack Daniels estaban vaciándose con demasiada prisa. No necesité doce pasos, ni grupos de apoyo, ni cristos redentores. Simplemente dije basta y lo hice a un lado. En todo lo que va del 2012 no he bebido gota de licor. Me sorprende comprobar que no me ha costado ningún trabajo ni me ha implicado renuncia o sufrimiento. No significa eso que soy abstemio o straight edge. Significa que por ahora me siento mejor así y punto. Me siento libre. Volveré una vez que haya cumplido una misión. Por ahora llevo a cuestas mi viaje interior y ahí está la literatura como eterna aliada. Siempre estarán los libros y las historias que se van tejiendo, anárquicas e insurrectas en la cabeza.