Eterno Retorno

Saturday, January 28, 2012






Adicción al Apocalipsis
Millones de seres humanos a lo largo de la historia han alucinado el fin del mundo. Los profetas apocalípticos son algo tan poco original, que hablar de la inminencia del Armagedón acaba por resultar una de las más insoportables formas de tedio. Desde que tengo uso de razón se venden en los supermercados y aeropuertos libros sobre el Apocalipsis que viene. Los primeros cristianos pensaban que al mundo le quedaban pocas semanas, mientras los habitantes de la medieval Europa del año 1000 estaban seguros de ser los últimos hombres sobre la plana Tierra. Aún recordamos a los ilusos que hablaron de la hecatombe planetaria en 1999 y después los falsos intérpretes de profecías mayas, se dieron a la tarea de vender la teoría del 21 de diciembre de 2012. Hablarme del fin es un pasaporte a mi rechazo y sin embargo en Tijuana conocí a un adicto al Apocalipsis que fue capaz de hacerme alucinar con sus mórbidas historias. Guillermo Demian Lozano es fotógrafo antes que narrador y el máximo sueño de su vida, es transformarse en fotógrafo del Apocalipsis. Si pudiera pedir un deseo, sería poder retratar el último día de la humanidad aunque ni siquiera le diera tiempo de apreciar sus propias fotos. Imaginaba acaso que alguna raza posterior vendría de otra galaxia y encontraría su cámara, como el último objeto sobreviviente tras un holocausto nuclear. Varios siglos después una nueva raza vería las fotos de Guillermo y podría recrear los detalles del fin de la humanidad. Conocí a Guillermo Demian la tarde en que fui a dar una charla a la Universidad Autónoma de Baja California y se ofreció a darme un recorrido por Tijuana. Contrario a la costumbre, no me llevó a recorrer los congales de la calle Coahuila, sino una zona de de naves industriales abandonadas en la delegación Otay. Esos desolados cascarones fabriles inundados de basura, hierba crecida y drogadictos sin techo, le parecían la mejor imagen para encuadrar su idea del Armagedón. Desde hacía más de dos años, Guillermo Demian había iniciado una serie fotográfica de naves industriales abandonadas y fue a raíz de esos recorridos que empezó a soñar con niños calvos. Fue así como nació el primer relato que construyó en su vida, la pesadilla apocalíptica