La vida nunca había tenido tanto sentido como ahora. La vida, simplemente, merece la pena ser vivida. Todo esto tiene el alma y el olor de lo onírico. Aùn temo pellizcarme, despertar y decirle a Carolina: Sabes lo que soñè, que estaba de viaje en China y tù me anunciabas que tendríamos un hijo y yo me emocionaba tanto, que no podía mantenerme dormido y despertaba repentinamente. Sì, esto se parece mucho a la duermevela. Sueño que sueño, pero frente a mì hay una ventana, a menos de un metro del escritorio, desde donde veo las luces de Shangai a las 2:00 de la mañana y miro al cielo y solo pienso que allà del otro lado del mundo un corazoncito està aprendiendo a latir.
Friday, April 03, 2009
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