La travesìa comenzó al atardecer del dìa 29 de marzo, un helado domingo prófugo del invierno en plena primavera.
El punto de partida fue el estacionamiento de Palacio Municipal de Tijuana; el destino: el aeropuerto de Los Ángeles donde a la 1:40 de la madrugada despegò el vuelo 440 de Air China rumbo a la ciudad de Beijing.
El dìa 30 de marzo apenas existió para nosotros y transcurrió por entero dentro de ese espacio límbico e irreal que es todo avión en vuelo intercontinental.
Partimos en la primera hora del lunes americano y llegamos a China a las 5:40 de la madrugada del martes oriental.
A lo largo de casi 13 horas dimos vuelta a la mitad de la circunferencia de la tierra sin ver jamàs la luz del dìa a través de la ventanilla.
Un helado amanecer con 0 grados de temperatura nos recibió en Beijing, capital de la Repùblica Popular China, una urbe cuya cara fue sometida a intensa cirugía para organizar los Juegos Olìmpicos del 2008.
Nuevas autopistas, una moderna tercera terminal en el aeropuerto e imponentes rascacielos, contrastan con las viejas construcciones y los multifamiliares obreros de la época de Mao.
Con màs de 2 mil años de historia a cuestas, esta ancestral metrópoli es el centro del poder político de la economía màs pujante y agresiva del Siglo XXI.
Quien crea que estas giras son sinónimo de vacaciones està muy equivocado, pues apenas hubo minutos disponibles para cambiarse de ropa antes de iniciar a las 8:00 de la mañana con la primera cita del dìa, un desayuno con el Embajador de Mèxico en la Repùblica Popular China Jorge Guajardo.
La sorpresa de la mañana para doce desmañanados tijuanenses víctimas del jet lag, fueron los suculentos chilaquiles preparados por la chef Adriana Barrio, hija del ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio.
La jornada apenas comenzaba y sin tiempo que perder nos trasladamos a la sede del mayor inversionista de fondos chinos fuera del país, una compañía que supervisa inversiones en 45 naciones del mundo.
El viaje apenas comenzaba y por la tarde ya estábamos de nuevo rumbo al aeropuerto para tomar un vuelo rumbo a la ciudad de Changchun, al Norte de China, una helada ciudad que posee el mayor cluster automotriz de Asia.
El jet lag hacìa de las suyas y nosotros yacíamos dentro de otro avión rumbo al Norte.
El punto de partida fue el estacionamiento de Palacio Municipal de Tijuana; el destino: el aeropuerto de Los Ángeles donde a la 1:40 de la madrugada despegò el vuelo 440 de Air China rumbo a la ciudad de Beijing.
El dìa 30 de marzo apenas existió para nosotros y transcurrió por entero dentro de ese espacio límbico e irreal que es todo avión en vuelo intercontinental.
Partimos en la primera hora del lunes americano y llegamos a China a las 5:40 de la madrugada del martes oriental.
A lo largo de casi 13 horas dimos vuelta a la mitad de la circunferencia de la tierra sin ver jamàs la luz del dìa a través de la ventanilla.
Un helado amanecer con 0 grados de temperatura nos recibió en Beijing, capital de la Repùblica Popular China, una urbe cuya cara fue sometida a intensa cirugía para organizar los Juegos Olìmpicos del 2008.
Nuevas autopistas, una moderna tercera terminal en el aeropuerto e imponentes rascacielos, contrastan con las viejas construcciones y los multifamiliares obreros de la época de Mao.
Con màs de 2 mil años de historia a cuestas, esta ancestral metrópoli es el centro del poder político de la economía màs pujante y agresiva del Siglo XXI.
Quien crea que estas giras son sinónimo de vacaciones està muy equivocado, pues apenas hubo minutos disponibles para cambiarse de ropa antes de iniciar a las 8:00 de la mañana con la primera cita del dìa, un desayuno con el Embajador de Mèxico en la Repùblica Popular China Jorge Guajardo.
La sorpresa de la mañana para doce desmañanados tijuanenses víctimas del jet lag, fueron los suculentos chilaquiles preparados por la chef Adriana Barrio, hija del ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio.
La jornada apenas comenzaba y sin tiempo que perder nos trasladamos a la sede del mayor inversionista de fondos chinos fuera del país, una compañía que supervisa inversiones en 45 naciones del mundo.
El viaje apenas comenzaba y por la tarde ya estábamos de nuevo rumbo al aeropuerto para tomar un vuelo rumbo a la ciudad de Changchun, al Norte de China, una helada ciudad que posee el mayor cluster automotriz de Asia.
El jet lag hacìa de las suyas y nosotros yacíamos dentro de otro avión rumbo al Norte.