JIMBOCHO
Visité ese país de las maravillas
que es Jimbocho, el mayor barrio de librerías de viejo en el mundo.
Este
barrio de Tokio es como un Donceles de
muchas cuadras, un Grafógrafo clonado en cientos. Aquí encuentras desde
enigmáticas covachitas subterráneas atendidas por ancianos octogenarios, a
edificios de cinco pisos. Decenas de libreros colocados en medio de la calle
para que los puedas hojear libremente. Libros antiquísimos, de principios del Siglo XX o finales del XIX,
literatura japonesa clásica y contemporánea, haiku, arte, viejas revistas de
béisbol y de sumo, carteles de películas del año del caldo. No entiendo la
lengua japonesa y sin embargo me fascino ante sus portadas. En su edad madura Borges
no podía leer libros y sin embargo pasaba horas tocándolos y oliéndolos. Yo en
japonés solo sé decir Arigato Gozaimazu y sin embargo puedo pasarme horas
mirando sus libros y al final acabo comprando ejemplares nipones ilustrados.
Después de todo, cada libro, lo entiendas o no, es un tori, un portal hacia
otro mundo y todo Japón es un Aleph de umbrales hacia dimensiones desconocidas.