Soles rojos de septiembre
Septiembre irrumpe con sus soles rojos y su
lluvia de cenizas, con una devastadora colitis y la incierta caza de un botín
de 4 mil euros que navega a la deriva en algún lugar del Cantábrico. Tripa y
entraña en rebelión, la gran conjura
intestinal decidida a masacrar domingos, anticipando el Armagedón de una muerte
burocrática, patéticamente lenta y degenerativa. Mal negocio cuando el cuerpo
usurpa los temas de conversación.
Mientras el informe del interior arroja catástrofes, yo me limito a
dormir en exceso y a jugar al justo juez en los raros momentos en que despierto y me doy a la tarea de leer
cuentos paceños solo para incluir que un
imitador de la marrana prieta es el único capaz de arrojar alguna dosis de
malicia narrativa en esta furtiva cacería. La vida de los pepenadores suele ser así.
Vamos por liebres y por bisontes y correteamos la chuleta de maneras poco
ortodoxas.