LITURGIA DEL TIGRE BLANCO-PRIMERA VELITA EN EL PASTEL
Hace exactamente 365 días, la tarde del 2 de mayo de 2012, salió de la imprenta mi libro La Liturgia del Tigre Blanco. Esa tarde, en las oficinas de la Editorial Océano, tuve el primer ejemplar en mis manos. Después de casi un año ininterrumpido de tundir tecla, hacer entrevistas, realizar viajes y mandar un millón de correos, el barco de papel estaba listo para zarpar del puerto. Aquella tarde de mayo salí de las oficinas de Océano, en Palmas y Periférico, cargando diez ejemplares del libro y me fui caminando por todo Reforma hasta la casa de mi amigo Rodolfo en Anzures. Cuando mi cabeza está en ebullición, la mejor alternativa siempre es caminar y creo que en esa caminata se fue desatando una tormenta de ideas y desvaríos en mi cabeza. El barco zarpó y me llevó por mares improbables e islas ignotas de ferias librescas en diferentes partes del país. Obvia decir que de mis tres libros es el más conocido, leído y comentado, pero es un libro que debo dejar atrás. No me malinterpreten: lo defiendo y lo asumo entero como cada párrafo que he escrito en mi vida y me siento orgulloso de haberlo podido concretar, pero no quisiera vivir esclavizado a él, máxime cuando lo más probable (aunque nunca digo de esta agua no beberé) es que no voy a volver a escribir un libro de esas características. Lo mío es la narrativa de ficción, el ensayo o el híbrido desvarío. Cartografías absurdas de Daxdalia, el libro que publicaré con el Cecut, no tiene punto de comparación. Es ficción sobre ficción, como ficciones son los proyectos que estoy trabajando ahora mismo. La gente se sorprende cuando les digo que a mí en realidad no me emociona gran cosa la política. De hecho en mi biblioteca no encontrarás libros de Anabel Hernández, Ricardo Ravelo o Diego Osorno, pero en cambio encontrarás la obra completa de Ricardo Piglia, Paul Auster, José Saramago, Tomás Eloy Martínez, Mario Bellatin, Haruki Murakami (y obvia decir que de Borges, Sábato y Cortázar) Aunque mi formación y mi camino de vida es de reportero, mi vicio sin rehabilitación es la literatura. ¿Por qué escribí La Liturgia del Tigre Blanco? Porque había una historia delante de mí, una historia que conozco muy bien y decidí contarla, como he contado muchas historias en la vida y como pienso seguir contándolas, reales o ficticias, qué más da. La diferencia es que esta historia le interesa a mucha gente y una gran editorial como es Océano aceptó publicarla. No pocas personas me han preguntado por mis intenciones, por mis fines secretos y me parece que se sorprenden o se decepcionan cuando les digo que mi único deseo era contar una historia y contarla bien. Si un lector tomó en sus manos el libro y lo leyó con deleite hasta la última página pasando un buen rato, entonces yo he cumplido con mi único objetivo. Un año después, no puedo menos que agradecer a mi editorial y a cada improbable lector que se acercó en los diferentes rincones en donde ese libro me llevó de paseo. Agradecer la confianza y la paciencia de Guillermo Osorno y el apoyo del gran equipo de Océano en cada una de sus trincheras. La gratitud, antes que un deber, es un privilegio y hoy me toca decir GRACIAS. DSB