Párrafo mostrenco de Santo de Espaldas (en esta historia la narradora es una mujer)
Algunas veces he deseado tener una conversación profunda contigo. Poder hablarte mirándonos a los ojos y preguntarnos de una vez por todas qué carajos queremos de la vida y cuál es el sentido de todo esto. Vaya, ponernos un poco filosóficos y buscar las causas últimas o los fundamentos primarios que justifiquen el que tú y yo llevemos justamente esta vida y no otra. Hacia dónde vamos, qué hay más allá en el horizonte de nuestras vidas, volveríamos a reencontrarnos si reencarnáramos, pero es inútil. Nunca, ni en nuestro noviazgo ni en nuestro matrimonio hemos tenido una charla que al menos aspire a un mínimo de profundidad. Bajo tu criterio, preguntarte por el sentido de la vida es una mariguanada. Los loquitos, los fumados, los jodidos y los perdedores son los que se pasan la vida preguntándose pachecadas y tu recomendación para ellos es que se pongan a jalar y a ganar dinero en lugar de hacerse bolas con tanta pendejada. La vida es bien facilita. Se trata de comprar barato y vender caro, de tener un buenos carros, de tener una mujer titular que sea guapa y varios segundos o terceros frentes que no desmerezcan, pasarla bien con los amigos y no hacerse demasiadas preguntas.