Literatura para el 10 de mayo
Aquí una pequeña selección aleatoria
para leer en 10 de mayo. Libros que hablan de Mamá o de la experiencia de la
maternidad. No son precisamente retratos maternales idílicos, pero aún en el
desgarro y el absurdo sobrevive como cimiento un profundo amor. Quizá el que en
su momento más me sacudió fue Canción de tumba, de Julián Herbert, uno de los
mejores libros que se han escrito en México en el Siglo XXI, pero también es
particularmente oscuro Nada se opone a la noche de la francesa Delphine de
Vigan. Su primera frase anticipa el infierno que vendrá: “Mi madre estaba azul,
de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que
el rostro, cuando la encontré en su casa esa mañana de enero. Las manos como
manchas de tinta en las falanges. Mi madre llevaba varios días muerta”. Delphine narra el progresivo deterioro de la
salud mental de su madre hasta desembocar en el inevitable suicidio, mientras
Julián narra su azarosa infancia de hoja al viento recorriendo lo más mórbido
de México junto a su madre prostituta, todo ello narrado desde el lecho de
muerte de la señora de los mil nombres.
El comienzo menos cariñoso posible
es el de El verano que mi madre tuvo los ojos verdes de la moldava Tatiana
Tibuleac: “Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta
y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya
existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la
puerta como una pordiosera”. Pese a semejante inicio, el libro de Tatiana es
una profunda declaración de amor a la madre. Particularmente crudo es Push de
Sapphire (Ramona Lofton) que es la historia de Precious Jones, una afroamericana
de 16 años habitante del Harlem más marginal que espera su segundo hijo, cuyo
padre es…su propio padre. El primero lo tuvo a los doce años. Su madre, a su
vez, es una ex reclusa obsesa, cruel y tiránica. Bastante sui generis es Sin
arte, del aristócrata húngaro Péter Esterházy, quien narra la historia de su
madre futbolera, amante de la generación de oro magiar de Puskas y compañía.
Tenemos a la surrealista y onírica la madre erotizada de Georges Bataille o el
contraste entre las formas de vivir y padecer la maternidad narrado por Brenda Navarro
en Casas vacías, donde una precarizada mujer que desea con todas sus fuerzas
ser madre, le roba el bebé a la madre que no deseaba serlo. Incluyo también el
descomunal Manuel para mujeres de limpieza de Lucia Berlin en donde algunos de
los relatos son narrados con perfecto humor negro desde la óptica una madre golfa
zarandeada por la vida. Por alguna razón, tengo la impresión de que hay más
literatura inspirada por papá que por mamá. Ustedes colegas ¿tienen alguna recomendación
para leer en 10 de mayo? Por lo que a mí respecta, como soundtrack de estas
lecturas les recomiendo Mother de Danzig.