De horcas está lleno mi racimo
Fanatismos e ideologías aparte, creo que el factor de hermanamiento de todos los magnicidas del mundo, es la noche antes del magnicidio. Por improvisado y timorato que sea el magnicida, es obvio que debió existir una planeación del crimen. La noche antes del magnicidio, el futuro magnicida cavila y repasa una y otra vez sus planes. Su noche se parece mucho a la de un condenado a muerte y aunque en este caso el magnicida es el verdugo, sabe que bien que al ser ejecutor se está condenando y que su vida, si es que la conserva, se transformará. Por un momento he pensado en titular a mi ensayo El insomnio del magnicida o El magnicida insomne y limitarme a presentar una serie de viñetas sobre los lentos minutos de la noche anterior al crimen. No pienso caer en la ociosa tarea de reconstruir la narración de asesinatos que todo el mundo conoce. Más bien pienso tomarme unas cuantas licencias literarias y leer los pensamientos del asesino en el insomnio anterior al día de su gran crimen. Mi idea es que el último capítulo de este libro se escriba en primera persona. Yo seré la última magnicida y antes de consumar mi obra de arte, pienso poner punto final a este libro desparramando los pensamientos que me asaltarán la noche anterior. Aquí no habrá licencias literarias: será un capítulo absolutamente confesional y si siento miedo o tengo dudas, voy a admitirlo. Quiero escribir ese libro, mi último libro y después consumar mi obra de arte.