Eterno Retorno

Wednesday, January 04, 2012






El deseo de cerrar una historia, de poner de una vez por todas punto final y a otra cosa mariposa. Never satisfied. Consumada la meta, materializado el deseo, vamos al paso siguiente. Nunca hay un instante para decir Consumatum Est, disfrutemos lo logrado y comamos sus frutos. No conozco la paz. Por ahora sólo deseo cerrar este círculo de una buena vez por todas para pasar al siguiente capítulo. La buena noticia es que mi desintoxicación literaria funciona a las mil maravillas, como licor dulce después de una comida muy pesada. Hoy he vuelto a retomarla y me he divertido como enano. Divertirse escribiendo, reír de corazón con las solemnes pendejadas que puedo arrojar al papel cuando no hay otro propósito que ser feliz. Debería ser un método constante. Un dulcito desintoxicante para los momentos de sobredosis.

Debe ser el trauma de Réquiem por Gutenberg, pero de un momento a otro, al ver mis libros formando cerros anárquicos en mi librero, reparo en que no tienen otro futuro posible que la hoguera cuando yo no esté aquí. ¿A quién carajos se los voy a heredar? ¿A quién pueden interesarle? El destino de un libro viejo que muchos años después de la muerte de su primer lector va a caer a un extraño e improbable librero con sus rayones, sus garabatos, sus subrayados de mal pulso y sus manchas de vino. El libro viejo, el libro apestado, buscando un hogar donde refundirse y honguearse a gusto, el libro peregrino, el libro sin lector, animalito en extinción en el tiempo de los iPads. En el futuro inmediato no habrá lectores, sólo puñeteros del facebook. Vaya vicio el mío. Vaya terrible condición la que arrastro: lector de libros, coleccionista de libros, acaparador de libros, almacenador de hongo y polilla. Lector compulsivo. Lector enfermo. Lector alucinado. Vaya pasión obsoleta la mía. Persiguiendo mundos lejanos, elevaciones y escapes. Siempre he sido un lector desordenado, pero ahora soy absolutamente caótico. Más de veinte lecturas empezadas, desparramadas, como galletas mordidas y sin embargo tengo deseos de empezar a una nueva lectura con el año. Mi cuerpo me lo pide como ha pedido dejar de beber y comer como en una Navidad eterna. Mi mente pide una nueva historia que me agarre de las patas y me vuele la cabeza hasta un sitio muy lejano.

(Si el ser más improbable de este mundo, que es el hipotético e inexistente lector de esta cuna de inmundicia, se pregunta algún día qué carajos tienen que ver las fotos que pongo aquí, la respuesta es nada. No ilustran una chingada. Son adornos arrojados al azar. Eso sí, todas con tomadas por mí, que como fotógrafo muero de hambre. Un pozo de agua verde en el Valle de Mexicali, una imagen del centro de Long Beach, el Sol del Pacífico a través de la ventana de un carro en la carretera a Los Ángeles. Nada de lo que encuentres aquí tiene algún sentido DSB)