Sueños de una noche helada. Un violinista toca de madrugada afuera de un tejabán. ¿Vive en un basurero como el Chavo del Ocho? ¿Sale acaso del basurero? El violinista no nos sorprende. Lo conocemos, nos es familiar. Lo que sorprende es que toque a esa hora, que toque para nadie, que renuncie a su condición de atracción turística surrealista. En ningún momento nos preguntamos qué hacemos nosotros durmiendo en el tejabán ¿Es nuestro nuevo hogar? Mi papel es el del aguafiestas que sale a callar al violinista que no nos deja dormir y de pronto reparo en que no estorba el sonar de un violín en medio de la madrugada. De hecho arrulla. Mis últimas palabras para cerrar el entremés: “Esto sólo pasa en Tijuana” Me parece que Do Re Mi es la semilla de este sueño
Un café negro, blacker than darkness en la taza de los conejos, es el mejor conjuro contra el espíritu 2 de enero. Hay días que tienen una esencia irrenunciable. Si el 1 de enero está condenado a la modorra y la cruda, el 2 es el manguerazo de agua helada. Lunes 2 de enero. This is hard core. Un par de cachetadas. Despierta carajo. A picar piedra en la mina de la vida, a exprimir pavimento. El despertar de los motores, el rugir de una máquina que jura tener sentido, los oxidados engranes que vuelven a moverse. Enero es la gran piedra en la espalda del Pípila. La dura esencia del día hábil encarnada en la primera luz del día donde la bruma la cortas con cuchillo y la untas en el pan como mantequilla. Oficialmente no ha llovido y sin embargo la calle y la hierba están empapadas. La húmeda caricia helada de la zona costa. El invierno sólo se había ido de vacaciones. Le encargó el changarro a los vientos santaneros en la Navidad, pero ha vuelto a reclamar su trono de paredes-hielo. Amanece y yo estoy en el sitio preciso del mundo donde me corresponde estar, en ese ground- zero llamado estudio donde juguetes de Iker y libros de papá comparten el territorio. Empiezo el día con los Rolling y más específicamente con Jumping Jack Flash, influido por mis desordenadas lecturas. Mi vecino Hugo me ha prestado la biografía de Keith Richards y el mítico guitarrista dice que si él tuviera que quedarse con un solo riff, uno solo de todo su largo camino riffador, se quedaría con Jumping por encima de Satisfaction. Simple cultura general que le aporta a usted la edificante lectura de Eterno Retorno. Por cierto, este changarro bloguero ha cumplido ya nueve años en diciembre. 2002-2012. Ya es una década de mi existencia desparramada en esta cuna. Un hipotético psicoanalista va tener tiempo y material para entretenerse.