El 1 de enero está condenado de antemano a arrastrar cadenas de sopor. Es un día no nato, un anfibio que no alcanza el derecho a la existencia. Por lo pronto en un día y medio de 2003 he cumplido algunos propósitos. No he comprado todavía ningún disco, no he fumado ningún cigarro, no he sido hostil con la gente y parele usted de contar. Las primeras gotas de alcohol del año ya fueron consumidas y los primeros libros ya fueron adquiridos, pero ni en el más alucinado de mis sueños se me ocurrió pensar rehabilitarme del lastre etílico y literario. Ya me tomé el primer café irlandés e hice mis primeros corajes al volante. Comienzo el año con una novela más que pasable llamada El anatomista y una cantidad indeterminada de letras insurrectas a las que ya les anda por desparramarse en algún papel. DSB
Thursday, January 02, 2003
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