Llámalo reflejo condicionado, vicio sin rehabilitación, manía incurable, pero el caso es que cada mañana siento la necesidad de ver portadas de periódicos, de revistas, de gacetillas, pasquines y publicaciones diversas que nunca compraré ni leeré. Me asomo al mundo y a mi realidad a través de esas ventanas casi siempre falsas, predecibles, actoras estelares del teatro de las redundancias. Una necesidad matutina sólo superada por mis adictas ganas de beber café. Desde que era muy niño me daba por pararme frente a las revistas, sea en un Sanborns o en un puesto de central camionera. Las revistas siempre han estado ahí y desde que tengo memoria ha habido mil y un rostros de mujer en sus portadas. Sus peinados y sus maquillajes juegan a transformarse; sus miradas son las mismas. Mujeres mirándote desde la ventana inalcanzable de una revista donde te darán consejos sobre dietas milagrosas y sexo mágico, horóscopos adivinos y chismografía farandulera. Las mujeres desfilan por las portadas, cada semana, cada mes, como desfila la vida ante nuestros ojos. A lado de las mujeres yacen los encorbatados y los criminales, o los criminales encorbatados y la basura humana que decide el rumbo que tomará tu vida. Proceso te habla de un país leproso que se cae en pedazos y a su lado alguien jura poseer la numerología que te revelará el nombre del futuro candidato y las nuevas corruptelas de la maestra Gordillo, mientras lees consejos para evadir al IETU y notas de fosas clandestinas en Durango y muertas en Juárez, siempre Juárez, con su respectiva cuota de colgados en Monterrey, mientras el euro se hace pedazos ante el Partenón de Atenas y África se muere de hambre y Tello improvisa un sombrero imposible al alzar a los cielos la edición de Frontera, El Mexicano y los Zetas no vendidos del viernes en tanto los carros-Sísifo empujan su roca rumbo a la garita. Del rostro de Tello a la mirada inquisitiva del migra filipino transcurren tres horas y 33 malas noticias. San Ysidro reporta chingocientosmil carros, ninguna puerta abierta y muchas esperanzas rotas. Otay reporta un peatón que ha perdido el juicio y un carril Sentri que ha saltado a la realidad aparte. Lo más interesante de los periódicos es el disfraz del voceador y su siempre innovador sombrero. Los sombreros de Tello se renuevan y los chistes que cuenta son siempre creativos. Las noticias son siempre las mismas. Enfermos de patetismo, aburrimiento y falta de imaginación, los diarios agonizan en las manos de un voceador que no para de reír.
Wednesday, July 20, 2011
Llámalo reflejo condicionado, vicio sin rehabilitación, manía incurable, pero el caso es que cada mañana siento la necesidad de ver portadas de periódicos, de revistas, de gacetillas, pasquines y publicaciones diversas que nunca compraré ni leeré. Me asomo al mundo y a mi realidad a través de esas ventanas casi siempre falsas, predecibles, actoras estelares del teatro de las redundancias. Una necesidad matutina sólo superada por mis adictas ganas de beber café. Desde que era muy niño me daba por pararme frente a las revistas, sea en un Sanborns o en un puesto de central camionera. Las revistas siempre han estado ahí y desde que tengo memoria ha habido mil y un rostros de mujer en sus portadas. Sus peinados y sus maquillajes juegan a transformarse; sus miradas son las mismas. Mujeres mirándote desde la ventana inalcanzable de una revista donde te darán consejos sobre dietas milagrosas y sexo mágico, horóscopos adivinos y chismografía farandulera. Las mujeres desfilan por las portadas, cada semana, cada mes, como desfila la vida ante nuestros ojos. A lado de las mujeres yacen los encorbatados y los criminales, o los criminales encorbatados y la basura humana que decide el rumbo que tomará tu vida. Proceso te habla de un país leproso que se cae en pedazos y a su lado alguien jura poseer la numerología que te revelará el nombre del futuro candidato y las nuevas corruptelas de la maestra Gordillo, mientras lees consejos para evadir al IETU y notas de fosas clandestinas en Durango y muertas en Juárez, siempre Juárez, con su respectiva cuota de colgados en Monterrey, mientras el euro se hace pedazos ante el Partenón de Atenas y África se muere de hambre y Tello improvisa un sombrero imposible al alzar a los cielos la edición de Frontera, El Mexicano y los Zetas no vendidos del viernes en tanto los carros-Sísifo empujan su roca rumbo a la garita. Del rostro de Tello a la mirada inquisitiva del migra filipino transcurren tres horas y 33 malas noticias. San Ysidro reporta chingocientosmil carros, ninguna puerta abierta y muchas esperanzas rotas. Otay reporta un peatón que ha perdido el juicio y un carril Sentri que ha saltado a la realidad aparte. Lo más interesante de los periódicos es el disfraz del voceador y su siempre innovador sombrero. Los sombreros de Tello se renuevan y los chistes que cuenta son siempre creativos. Las noticias son siempre las mismas. Enfermos de patetismo, aburrimiento y falta de imaginación, los diarios agonizan en las manos de un voceador que no para de reír.
<< Home