Eterno Retorno

Wednesday, July 20, 2011


Con una razonable dosis de beatlesca psicodelia en las amodorradas ideas, bien podríamos llamar el mágico y misterioso tour a las andanzas que a continuación se narrarán. Claro, si viviéramos en el Siglo del Oro español y tú, así tan picaresco como te crees, tuvieras por nombre Don Pablos o trabajaras de lazarillo, podríamos apostar por otro estilo narrativo para titular el capítulo que viene. Por ejemplo: Capítulo IV “Donde se narran las desventuras del caballero Zarrapaztrozzo en la Capital de la República y playas del Suroeste y otros sucesos de no menor trascendencia que ahí le acontecieron”. El problema es que hasta donde se tiene entendido, ni Cervantes ni Quevedo están interesados en narrar tus aventuras. Vaya, con decirte que ni siquiera un ladrón de tinta, un plagiario al estilo Avellaneda se ha interesado por tus errabundas andanzas. Claro, podrías no convertirte en navegante de la tinta de un autor del Siglo de Oro y apostar por algo más moderno, digamos ser el clásico personaje pícaro y desobligado de una novela “de la onda”, pero José Agustín tampoco está muy interesado. Dado que nadie en absoluto ha mostrado alguna mínima inquietud por transformarte en personaje principal de una novela de románticas aventuras juveniles, aquí vengo yo a entrarle al quite y a narrar esta historia en calidad bateador emergente como la última alternativa. Sí, puede no gustarte ser narrado por mí, pero ahora sí que ya te chingaste amigo Zarrapaztrozzo. Soy tu narrador y ya no tienes ni para donde hacerte, así que agua y ajo, flojito y cooperando y vamos dándonos prisa con tus andanzas, que a estas alturas ya no debe quedarnos un solo pinche lector (¿acaso alguna vez hubo uno?)