En la parte más alta del librero central he puesto a convivir volúmenes de cuentos completos de autores diversos. Ahí, en amasijos de 500 0 hasta mil páginas, yacen todos los relatos creados (o publicados) en una vida. Pienso entonces en los arcos de los periodos creativos. Creo que entre los periodos creativos más extensos están el de Juan Carlos Onetti y Rubem Fonseca. Onetti debutó en 1933 con Avenida de Mayo-Diagonal Norte- Avenida de Mayo y se despide 60 años después con El último viernes publicado de manera póstuma en 1994. Fonseca debutó en 1963 con Los Prisioneros y se despidió en 2019 con Carne cruda a los 95 años de edad y en plena forma. Envidio su condición física escritural.
El arco creativo de Borges es de casi medio siglo. Podemos marcar el comienzo con las ucronías de Historia universal de la infamia de 1935 y el cierre con La memoria de Shakespeare de 1983.
Clarice Lispector debutó con El Triunfo publicado en mayo de 1940 y se despidió con La bella y la bestia o La herida demasiado grande y Un día menos, publicados incompletos de manera póstuma en 1977.
En el caso de Gabo, su primer cuento publicado es La tercera resignación de 1947 y el último es El avión de la Bella durmiente de 1982 (publicado doce años después en los Doce cuentos peregrinos), aunque habrá quien diga que es En agosto nos vemos, vendido como novela corta y publicado contra su voluntad por sus herederos.
Me llama la atención el caso de Poe sobre todo por la brevedad de su periodo creativo, que fue de unos cinco años, aunque sus mejores cuentos fueron escritos entre 1843 y 1845. Menos de un lustro para una obra descomunal. En sus últimos cuatro años de vida ya casi no publicó. El periodo creativo coincide de manera casi exacta con el periodo más fértil de Gógol que escribió El capote, Avenida Nevsky y La náriz en esos mismos años (siempre me han llamado la atención las vidas paralelas de Gógol y Poe, nacidos ambos en 1809, con erupciones creativas a principios de los 40 y muertos inmersos en delirios con tres años de diferencia en medio, pero esa es otra historia).
El caso de Rulfo es similar. Los cuentos de El llano en llamas (que para el caso son sus cuentos completos) fueron escritos entre 1945 y 1952.
Los periodos de fertilidad creativa son un misterio. Yo mismo no puedo explicarlos. Perdón por inmiscuirme en la conversación y meter mi cuchara de manera tan burda. Yo publiqué cuatro libros de cuentos entre 2013 y 2018. Salvo por algunos relatos de Daxdalia que fueron escritos en la adolescencia y recuperados, el resto de los cuentos fueron escritos todos en la segunda década de los dos miles, siendo el periodo más fértil el que va del 14 al 17. En el 20, recién iniciada la pandemia, tuve una breve erupción creativa que derivó en algunos cuentos pandémicos nunca publicados y después me limité a garabatear sueños en mis cuadernos y así hasta la fecha. No me pregunten por qué, pues carezco de respuesta.
Pd- Si tuviera que elegir un único libro para llevarme a esa mentada isla desierta a donde algún día seré exiliado, sin duda elegiría una compilación, ya sea La antología de la literatura fantástica, El cuento hispanoamericano o Los cuentos de una vida de Pitol, pero si tuviera que elegir la obra de un solo cuentista, creo que elegiría a Borges o Poe.